Okupa, que ahí te quedas...

La Ley de Vivienda es una de las peores que ha conocido España en su historia, pero, ojo, si dices esto eres un retrógrado, o un fascista, o un caduco 'malpensador', y tras adjudicarte todos los epítetos del mundo se quedarán tan tranquilos. No importa. A estas alturas, esta Rotonda está curtida en mil y una batallas, y ha pasado de ser espacio rojo a facha en apenas una semana. La versatilidad es maravillosa. Como las facilidades que da la referida ley a quienes de una forma ilegal ocupan viviendas que no son suyas, y además con el extraño fenómeno de que el propietario, encima, tiene que seguir pagando gastos: agua, basura, luz y lo que sea, que para eso, ¡majarón!, lo pusiste a tu nombre, porque es tuyo... La ley antidesahucio que nació al amparo del maldito bicho que se les escapó a los chinos (cada vez hay más pruebas de eso y que nos puso a todos contra las cuerdas) no sólo permanece en el tiempo, sino que se ha convertido en un problema que, como todo lo que nace mal, además, perjudica a todos. En Málaga, ya es problema, aunque no lo crean, sobre todo para los propietarios de los 500 pisos que hoy presentan tal anormalidad. Hay una y mil maneras de hacer buenas acciones sociales, muchas, pero sin perjudicar a nadie. No puedes darle vista a un ciego quitándole los ojos al vecino, lo siento. Todos tenemos derecho a una vivienda justa, sin duda, pero también tenemos derecho a la propiedad privada, porque no es negar nada a un tercero, sino que no le quiten nada a un segundo o a un primero. Esta Ley de Vivienda es culpable, además, de la proliferación de pisos turísticos, porque el desamparo de los propietarios es mucho mayor que el amparo para quienes no lo son. Pero ya digo, estos pensamientos, que seguro están en la mente de una abrumadora mayoría, no está de moda hacerlos públicos, porque hay unos manipulados cánones de lo correcto y de lo incorrecto, y una minoría es la que los dicta. Esa ley debería propiciar vivienda para todos, pero nunca quitárselas a nadie.