Secciones
Servicios
Destacamos
Pocos días después de las elecciones generales de abril del año pasado, uno de nuestros más brillantes analistas políticos, Ignacio Molina, colgó un tuit en el que comparaba los resultados de esas elecciones con los de 1977. En 1977 el PSOE obtuvo el 29,3% de los votos, y cuarenta y dos años más tarde, el PSOE obtuvo el 28,7%. Molina decidió avanzar un poco más en el juego, y sumó los votos del PP y Cs en 2019, lo que daba un 32,6%, y los comparó con los de UCD en 1977, un 34,4%. Hace cuarenta y dos años, el PCE junto con el PSP y otros partidos marxistas obtuvieron el 15,4% de los votos, en abril de 2019 Unidas Podemos obtuvo el 14,3%. En las primeras elecciones de nuestra democracia la suma de AP y AN, en la derecha del sistema, era del 8,6%, en abril de 2019 Vox obtuvo el 10,3%. Por último, en 1977 los nacionalistas catalanes obtuvieron el 4,6% de los votos y en el pasado abril el 5,8%. Los nacionalistas vascos obtuvieron en 1977 un 2% y hace un año un 2,5%. Molina terminaba diciendo: «Que 42 años no es nada...».
Pronto aparecieron comentarios críticos al tuit, señalando que no se puede comparar el PSOE de 1977 con el de 2019. Y si no se puede comparar el PSOE, los demás todavía menos. Molina se defendía, con razón a mi juicio, diciendo que «el tuit no organiza tanto los resultados desde el lado de la oferta ideológica de las élites de cada partido sino desde el lado de la demanda sociológica». Podríamos decir que quienes votaban al PSOE en 1977 sabían qué lugar ocupaba respecto al PCE y la UCD, de la misma manera que quienes lo votaron en 2019 sabían qué lugar ocupa respecto a Unidas Podemos y a Ciudadanos.
Hay una página en Internet que se llama www.historialectoral.com, en la que se pueden encontrar series históricas electorales de España. Sus autores hacen un ejercicio parecido al de Ignacio Molina, y comparan el voto a izquierda y derecha a lo largo de nuestra historia. Lo más llamativo es la estabilidad en la distribución del voto. Para 2016 la suma de los partidos de izquierda fue del 47,2%, que es prácticamente la misma que en 1977, el 47,42%, que es casi idéntica a la de 1936, un 47%. Ni siquiera una guerra civil y una larga dictadura cambiaron la demanda, pero afortunadamente cambió la oferta.
No quiero cansar con más datos a la amable lectora, o lector, de esta columna, porque creo que la idea ya está clara. Obviamente sería necesario un análisis estadístico más riguroso, pero es posible que, en lo esencial, la intuición de Ignacio Molina sea buena, y que no sea la demanda sociológica, sino la oferta política la que ha ido cambiando a lo largo del tiempo. La conclusión es que no parece muy probable que, en los próximos cuarenta años, por decir una cifra, vaya a cambiar mucho la distribución del electorado. Las mismas especies del ecosistema político español seguiremos, más o menos igual, por mucho tiempo, la única diferencia es si lo haremos con un ánimo y unos modos parecidos a los del 36, o a los del 77. Si apostamos por el enfrentamiento, o por la convivencia, eso es lo único que cambia aquí.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Recomendaciones para ti
Favoritos de los suscriptores
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.