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Obama va a Marbella y la tierra tiene algo que contarle al prócer. Quizá que fue el líder al que muchos se le pegaron y ... luego no hicieron nada. De América a Marbella corre un lazo de historia, y como Michelle Obama ya probó nuestro sol, ya tenemos a esos Kennedy en moreno que metieron la progresía en USA, de la forma en que pudieron y como vivieron. Pero es que esta bajada de Obama a Marbella, aunque sea a conferenciar, tiene algo de consagración yanqui de la costa.
Si en España hubo algún sitio destinado al arte de ser un 'beatnik', fue ese trozo de costa que iba desde Gibraltar a Maro, y es un decir. Obama quiere a España como España quiere los jurdeles, con lo cual nos da igual que Obama se venga a dar una conferencia o a ponerse más moreno.
La visita de Obama es el reconocimiento de aquella saga/fuga de su mujer y su prole, el primer contacto de la familia presidencial y por ahí andamos todos esperando que nunca venga Bush.
Obama hizo lo que pudo, y ha venido a Marbella, y esto yo no sé si es bueno, malo, o indiferente. Los grandes líderes siempre eligen Marbella o sus cercanías para esa suerte de retiro al buen clima. Qué decir de Charles de Gaulle, cuyas memorias fueron firmadas desde el exquisito parador de Juanar.
Lo cierto es que los Obama le han cogido el gusto a Marbella y se entiende, que los demócratas americanos son -y han venido siendo desde antaño- unos grandes, unos hombres dados a los grandes placeres y a lugares donde se va alejando el estrés ese de la Casa Blanca, que no debe ser muy bueno pero es el sitio exacto al que apuntan Pedro Sánchez e Iván Redondo.
La historia siempre acaba pasando por Marbella. Desde Barack Obama a Hohenlohe, de Gunilla a José Luis Garci, de Gil al propio Obama, el mundo es Marbella. Los Chichos ya le pusieron sonoridad a esto: qué tendrá Marbella, qué tendrá la costa. En la otra punta del mapa se sabe que las inquinas del Pentágono y las barrabasadas de Donald Trump son más llevaderas en este trozo de paraíso. La internacionalización de nuestra riviera de los espetos a veces tiene estas felices consecuencias y estos residentes que, espero, que se dejen los buenos cuartos en la temporada.
Y sin embargo, ni la visita de Obama nos quita ya el corazón roto de otro año más en Segunda. Cuando el equipo ha sido más él mismo, cuando el graderío creyó que esta tierra es dada a los prodigios. Pasó que se nos quedó el alma en el mismo tono que cuando aquella Champions que nos birlaron. Cuando se constató que las injusticias son consustanciales a la flor de la Costa del Sol.
Ahora queda un verano para rehacernos, esperando que vengan Obama o Putin o los Windsors a estas latitudes para hacernos más llevadero otro año más, otro, en Segunda y por culpa de los elementos.
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