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Esquivar la discapacidad es puro azar. Una infección inesperada, problemas en el parto, un maldito accidente o una jugarreta de la genética. Puede que se arrastre desde el nacimiento o que la desgracia estaba emboscada para jugarles una mala pasada. Cada persona con discapacidad tiene ... su historia, contada casi siempre con lágrimas de dolor acumuladas, de desánimo. Una familia y unos amigos (los que tiene la suerte de tenerlos) que se desviven para que cada día las barreras no sean tan duras de pelar. Días buenos y otros malos, pero siempre atornillados a esa deficiencia física, mental, intelectual o sensorial. La sensibilidad respecto a la personas con discapacidad es intensa pero casi siempre de regate corto, ya que se concentra en momentos concretos y respecto al entorno cercano. Pero el año tiene 365 días y estos tienen 24 horas, que se deben hacer muy largos cuando lo más elemental es un reto, cuando sienten que puede que esa mano amiga padezca la fatiga de la monotonía, cuando se ven como un lastre aunque sean lo que más quieren los suyos. Los años son eternos si en el panorama de sus vidas es frecuente que no aparezca un trabajo, formar una familia, viajar como los demás o el futuro sea corto según las estadísticas.
Tenemos que quitarnos barreras mentales para que las que ellos sufren no nos tengan de aliados inconscientes. El diseño de cualquier vertiente de la realidad cotidiana debe ser integral, desde medidas para fomentar el empleo hasta una educación inclusiva con todos los apoyos y ajustes razonables. Y sin tratarlos nunca como incapaces. Me alegro de la aprobación de la Ley 8/2021, de 2 de junio, por la que se reforma la legislación civil y procesal para el apoyo a las personas con discapacidad en el ejercicio de su capacidad jurídica, superando la noción de «persona incapacitada judicialmente» por la de «persona con medidas de apoyo para el ejercicio de su capacidad jurídica». En lo que me toca, me he propuesto que mientras mejor me sienta, más voy a tener en cuenta a los semejantes que, con el mismo o más mérito que yo para ser feliz, pasan por todas esas cosas que he intentado contar.
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