Qué difícil es saber irse bien. Y qué pocas personas son capaces de hacerlo en el momento oportuno y preservando su legado. Ocurre como con esos corredores de marcha atlética que, después de cincuenta kilómetros de sufrimiento, son descalificados a escasos metros de la meta. ... Resulta llamativo y en cierto modo inquietante la forma en la que Braulio Medel y sus patronos escuderos están dilapidando su reputación profesional, y yo diría que también la personal, en esta recta final, resistiéndose a un relevo ya anunciado e inevitable y dilatando la sucesión todo lo posible.
Pero es preciso analizar las motivaciones de este posicionamiento. Por un lado, Medel quiere aplazar todo lo posible su adiós para darle así tiempo a Manuel Menéndez y el bloque asturiano para reforzar su control en el consejo de Unicaja Banco antes de que los cuatro consejeros dominicales que representan a la Fundación Unicaja dejen de apoyarle incondicionalmente. La jugada les estaba saliendo perfecta y no quieren que su castillo de naipes se desmorone en el último momento. Porque resulta evidente que la lógica, el sentido común y el derecho invitan a pensar que lo deseable es que el proyecto de fusión recupere la normalidad y que la ecuación de canje (60 por ciento de Unicaja y 40 por ciento de Liberbank) vuelva a reflejarse en el consejo de administración del banco, lo que terminaría con la anomalía actual y amortiguaría el riesgo de que Unicaja Banco pierda su arraigo malagueño y andaluz. Al menos, de momento.
Por otro lado hay cuestiones personales, porque la lealtad inquebrantable de los siete patrones escuderos se sustenta, no hay que engañarse, en una presunta red de favores y prebendas, en muchos casos de carácter personal y familiar. La gran pregunta, y algún día se sabrá la respuesta, es por qué el PSOE se resiste a agilizar el proceso de sucesión de Medel y quiere aplazarlo hasta después de las elecciones. Eso, y no hay que ser un lince, sólo genera dudas y sospechas. Si los consejeros de la órbita del PSOE quisieran, Medel ya se habría marchado y habría ya un nuevo presidente.
Carmen Espín, Antonio Pascual, Alberto Fernández y Pedro Vílchez apoyan con sus votos la ralentización de la sucesión de Medel sin que se alcancen a conocer ni a entender los motivos. Como dijo Elías Bendodo, «cuando alguien anuncia que se va, ya se ha ido». Pero en el caso de Medel no es así. Hay quienes, en el seno del Patronato, creen que Medel puede intentar, incluso, echar marcha atrás y mantenerse al frente de la entidad varios meses más. No sería una sorpresa, la verdad. Algún día habrá que reconocerles a los patronos Pedro Fernández, José Antonio Fernández y Patricia Cid, y más recientemente Juan de Dios del Pino, el desgaste personal para luchar contra tantos atropellos de Medel y por la salvaguarda de los principios y valores de la Fundación Unicaja.
Hay tantos esfuerzos por mantener cerrada la alcantarilla de la sucesión, especialmente por parte del PSOE y de su fontanero Gaspar Llanes, que nos podemos imaginar lo que debe haber en el subsuelo. Y es que hasta el anuncio del posible sucesor estuvo rodeada de enredos. José Manuel Domínguez es la persona con mayor prestigio y de mayor consenso para acceder a la presidencia, sobre todo por su trayectoria financiera y por su honorabilidad y respeto en el sector. Tanto es así que era el hombre preferido y elegido por los partidos políticos (PP y PSOE) y los supervisores. Es la persona que puede contribuir a que la entidad recupere su razón de ser: una obra social al servicio del bien general y no del particular, en sintonía con los intereses del propio banco como accionista de referencia que es.
Pero Medel quiso patrimonializar el posible nombramiento anunciándolo por sorpresa. Ni siquiera avisó a los propios patronos que tienen que aprobar esta propuesta, en una demostración más del oscurantismo que rodea todo este asunto. Tal vez algún día se conozcan los intereses ahora aparentemente inconfesables que están detrás de esta crisis sin precedentes en la Fundación Unicaja, una institución que debe abrir puertas y ventanas, dejar entrar el aire e iniciar un nuevo camino que la reconcilie con Málaga y los malagueños.
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