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Lo normal y eso

CITA EN EL SUR ·

Las fases nos llevarán a un tiempo nuevo al que debemos acostumbrarnos

Pablo Aranda

Málaga

Sábado, 2 de mayo 2020, 10:16

Para alcanzar la nueva normalidad necesitaremos al menos ocho semanas bajo custodia. Ya podemos hacer deporte pero no ir en coche a hacer deporte. Nunca he entendido el automovilismo como un deporte. Dicen que conducir a 300 kilómetros por hora cansa y que hay que permanecer concentrados. Uno de los mejores pilotos del mundo fue Michael Schumacher, el cual sufrió un grave accidente esquiando en Meribel, que está en Francia. Vaya nombre para una estación de esquí. Schumacher posee una gran casa en Mallorca, como la mitad de los alemanes, los cuales piden al gobierno español una fase clara, y pronta, para ocupar la isla que es suya. ¿Cómo van a cambiar de país si no nos dejan ni cambiar de provincia? Los hoteleros malagueños no esperan un aluvión de reservas de gente de aquí mismo, y confían en que se puedan traspasar enseguida las lindes provinciales. Si en Córdoba hace el calor que suele, a lo mejor nos salvamos, por lo menos un poco, y largos autobuses, respetando las distancias, aparcarán cerca de nuestras playas. Ahora que sabemos inglés, que es un decir, confiamos en el turismo nacional, que cree hablar mejor que nosotros. Desde Gran Bretaña y Alemania nos mirarán de reojo, y poco a poco volverán, esperemos. Nosotros seguimos en nuestras casas, atentos a las fases. Cuando adquirimos la vivienda no lo hicimos previendo un confinamiento ni una nueva normalidad, y aunque lo hubiésemos hecho no habría servido: nos guiamos entonces por el dinero disponible y por el precio del suelo. El suelo estaba por las nubes.

Permanecemos dentro de una película de ciencia ficción y muchos no teníamos vocación de actores y aquí estamos, dando vueltas a la terraza, preparándonos para la Fase 0 y empezar a correr para llegar al mismo sitio. Las mesas de los merenderos estarán separadas y el trío del acordeón no se acercará a la nuestra. En las playas no nos situaremos encima de los demás, algo que se hacía en la antigua normalidad y que era a menudo evitable. Siempre hemos tenido problemas con las distancias y hemos solido creer que nuestras costumbres eran las buenas, sin embargo a lo mejor no. La crisis será gorda, disculpen el tecnicismo. Todo el mundo entiende de todo y, a pesar de que no nos gusta hacer caso, vamos siendo obedientes. Siguen retirando mascarillas defectuosas y deberán explicarnos bien por qué todo viene de fuera, a nosotros que compramos en ese mismo fuera. Sería bueno volver al barrio sin dejar de estar en el mundo. Los tiempos difíciles han llegado para quedarse un rato y debemos permanecer con los pies en el suelo, aunque sea el de la casa.

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