Una Navidad tropicalilla
Intruso del norte ·
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Intruso del norte ·
Felices fiestas con carne mechada pasteurizada y muchas cabezas de gambasNo te dejan chupar una gamba, desnaturalizan el Belén, te dicen que lo más parecido a la felicidad te da colesterol y se te va quedando esa cara de parguela cuando diciembre se enfría. Llegar la Navidad es volver a ser nosotros pero en mejor, con el espumillón en el alma y los vinos de Ronda. Hay que ser feliz por el solsticio, y lo somos.
Aún, a 22 del presente, hay tiempo para valorar el año que se está yendo y en el que tampoco hemos conseguido nada del más allá: si acaso que cada español cene en Nochebuena con un trozo de Franco en cada mesa. Yo sé también que mis mejores Nochebuenas las pasaba con Pepe Luis, en su ambigú del cine de Los Galanes, donde mendigaba con paga del Estado y donde había una foto de los entonces Príncipes de Asturias velando su sueño lírico y cirrótico.
De la pedrea sabremos en breve, pero la ilusión está ahí, para tapar boquetes, que al final todo consiste en tapar boquetes y poner buena cara.
Hay quien rechaza la Navidad como rechaza la Feria, y es a razón de la bilis que se intestina en los más pusilánimes que votan como tú y como yo. También sé quién va matando perros con los petardos y ese pestazo a pólvora valenciana y a naranja malagueña que se nos pone en estos días en que decimos adiós al otoño y estrenamos la primavera.
La materia prima del periódico es la actualidad, y la actualidad es la Lotería que quizá sea lo único que nos vertebre hoy como país. De la misma, de la mismita manera que hacía la mili cuando España se creía y se quería a sí misma y hasta se dio la paz y la palabra.
Hay dos flamencos cantando villancicos que cuentan episodios palestinos que la Biblia no reconoce, y hay un Niño Dios hecho en China y con la pintura que se descascarilla. Y sin embargo aún nos envuelve esa magia de soñar que nieva a 24 grados, que la chimenea es algo más que un añadido. Que la infancia es un jardín que se juega de mayor y al que volvemos con dos copas de más y acompañados de un adulto sobrio, con carnet, que nos devuelva a la piltra.
Mi felicitación navideña es así, meterme en la playa que hay frente al Morata con esas magias del cambio climático de tener hasta el 30 el mismo tiempo que en la costa más soleada de las Canarias. Mi amigo Teorías organiza una barbacoa navideña, llevamos la bufanda al cuello y la barba recortada porque somos la resistencia en tiempos populistas.
Hay quien dice que la Navidad es un populismo prescindible. También lo es el 1 de mayo, el 28-A, el 12 de Octubre y aquí acaban librando los mismos.
Felices fiestas con carne mechada pasteurizada y muchas cabezas de gambas sorbidas con moderación y guasa.
Del año entrante ya nos hablarán Greta, Torra en otra temporada en las alcantarillas.
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