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Cuando este domingo ustedes me hagan el honor de leer esta columna, será la víspera de Navidad y celebraremos la nochebuena. A la mañana siguiente, 25 de diciembre, el día será bueno, malo o regular, como cualquier otro día. Las catástrofes naturales y las guerras ... y otras maldades de origen humano no miran el calendario para dar tregua a la humanidad. Tampoco toman vacaciones por Navidad las enfermedades y el duelo. Mi hermano Manolo se nos fue un 25 de diciembre. Tengo, por tanto, razones poderosas para permanecer indiferente o incluso hostil frente a esta fecha. Pero no pasa eso, al contrario, cada vez me gusta más la Navidad.

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