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Y la nave va

Históricamente, cuando las cosas van mal aparecen los fantoches con disfraz de salvapatrias

Sábado, 1 de octubre 2022, 10:38

En estos tiempos, el hecho de ser pesimista supone un ejercicio de optimismo, ya que la cosa podría ser peor: caer en el catastrofismo, y ahí no deberíamos llegar, al menos de momento, porque catastrofista se debe ser cuando se ha consumado la catástrofe, no ... antes, precisamente para no pecar de catastrofista. Vivimos en un mundo bastante raro: por ejemplo, Putin tiene un sueño imperial y de repente se dispara el precio del aceite de girasol, lo que establece una relación esotérica entre el acto de freír unos calamares y el patriotismo gansteril de un villano de tebeo. Lo que no acaba uno de entender es que, estando como está el precio del aceite, con qué se ha frito el cerebro la mayoría de los italianos para a) abstenerse o b) votar a una candidata que viene a ser un híbrido de Mussolini y de la niña del exorcista en un momento de subidón. Supongo, no sé, que la aspiración popular dominante no es otra que la de remediar la presunta ineficacia de la política con el antídoto experimental de la antipolítica, basada en la transmisión asilvestrada y elemental del discurso: donde se ponga una jeremiada, que se quite un análisis; donde sirva un exabrupto, para qué un razonamiento; donde pueda pintarse un apocalipsis, qué pinta la realidad.

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