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A la hora en la que esta Rotonda está tomando forma, cuando apenas si estas líneas 'manchan' la inmaculada página 19 de este periódico, las previsiones de lluvia son tremendas para mañana, día 5, e incluso para el propio Día de Reyes. La experiencia vivida ... en nuestras propias carnes nos hace que ahora miremos con mucha más atención los avisos de la Agencia Española de Meteorología, que hasta que vino la Dana de hace apenas un mes, se sentía ninguneada por una inmensa mayoría de españoles que como aquel que dice se pasaban sus alertas por el forro de los pantalones.
Ahora no. Lo que ha pasado nos ha escarmentado, y lo ha hecho, como suele suceder en estas cosas, pegándonos un palo muy gordo; ahora basta que asome el 'aviso color amarillo' para que nos resguardemos en casa, que la cosa no está para jugar con la Naturaleza, que siempre ha sido tan cruel como generosa. Total, repito, que cuando esto se escribe la cabalgata, esa mágica comitiva de los Reyes Magos, aún no se sabe si se podrá o no desarrollar tal como estaba prevista. Otras ciudades, muchas, cambiaron la fecha de mañana a hoy, porque, repito, las previsiones son de agua, mucha agua, la misma que por muy intensa que sea no podrá ahogar la ilusión de decenas de miles de niños malagueños (cada vez menos, que como sigamos así vamos a quedarnos hasta sin Reyes Magos), que esperan con ansiedad, nervios y una felicidad a veces descontrolada el amanecer del 6 de enero.
No hay una fecha más mágica que ese 6 de enero, y si alguna rivaliza es el 5 por la tarde y por la noche por eso de la cabalgata. Lo más hermoso que hay en el mundo es creer en algo, que además cada uno fabrica a su antojo, y cada niño tiene su peculiar forma de entender esta fecha cargada de regalos y buenos deseos, de roscones de Reyes y de parabienes. Cómo será de intenso este día, que seguro que cada uno de nosotros, todos, tenemos en nuestra retina imágenes de un amanecer con abuelos y padres de cada uno de cualquier 6 de enero, de ese abrir los regalos, de ese desayuno familiar en torno a ese mágico dulce, mojado en chocolate, leche o café... Por tanto, ya puede llover lo que quiera llover (nunca lo hace a gusto de todos) porque la ilusión de un niño no se ahoga con nada.
Y terminamos con dos deseos para este 2025: que nadie se meta con el físico de nadie, pero que tampoco nadie se mofe de las creencias de nadie. Empatados, ¿vale?
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