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Decía Jorge de Burgos, personaje de la novela 'El nombre de la Rosa': «La risa es un invento diabólico, que deforma las facciones y hace que los hombres parezcan monos... la risa acaba con el miedo». No le faltaba razón al fanático monje en una ... cosa, la risa es un antídoto contra el miedo, es una cura del alma frente a todo tipo de integristas y «cara de palo» vocacionales que consideran una herejía las más mínima concesión a la relajación o al optimismo. La sonrisa en la cara puede reflejar felicidad, pero la risa casi siempre exige de un aliado, el humor, cualidad de la que todos podemos disfrutar pero que pocos tiene el don de producir: Francisco Ibáñez era uno de ellos. El padre de Mortadelo y Filemón (y de la 3 Rue del Percebe, Rompetechos, El botones Sacarino, Pepe Gotera y Otilio), junto a otros genios del cómic infantil, publicaban en los que, los de mi quinta, llamábamos «los tebeos».
Recuerdo la rabia que me daba cuando yo no sabía aún leer y veía a mis dos hermanos mayores con los tebeos, historietas de la época, y aquello debía ser divertido porque con la ayuda de la Escuela me puse a comprender el alfabeto y hasta la presente. Los clásicos para los niños (Julio Verne, Dumas, Charles Dickens, Mark Twain) vinieron poco después. Pero en ese momento yo quería aprender a leer, para reírme con los personajes de revistillas como Pulgarcito, el DDT o el Tío Vivo, y personajes como Carpanta (que hambre tenía siempre este hombre, supongo que la se pasaba en la postguerra lo inspiró en su tiempo), Pascual, criado leal, El doctor Cataplasma, Gordito Relleno, Zipi y Zape (Con D. Pantuflo Zapatilla padre, decimonónico con esos batines y patillas), Doña Urraca, Petra, criada para todo (con esa jefa tan enorme), las familia Trapisonda y Cebolleta, Rigoberto Picaporte, solterón de mucho porte o Anacleto, agente secreto. No faltaban los dibujos de aventuras; El Capitán Trueno, Jabato o hazañas bélicas también se leían mucho en esa época; mucho después me enteré que el guionista de las dos primeras era Víctor Mora Pujadas, militante del PSUC (comunistas catalanes) y que estuvo preso algún tiempo con Franco. De los antiguos tebeos apenas conservo alguno; los puretas como yo recordarán que eran cuadernillos muy endebles y que se rompían pronto. Como anécdota, les diré que yo he conocido tiendas donde se «alquilaban» tebeos, sí, pagabas no sé cuánto, poco supongo, y te llevabas a casa algunos para devolverlos a la semana.
Mortadelo y Filemón eran, con diferencia, mis preferidos; mi hijo se aficionó también de niño y tenemos una buena colección en casa. Reconozco que me hubiera encantado conocer a este artista del dibujo. Solo pensar en algunas viñetas de estos» dos merluzos en acción», me sacaba unas risas en los momentos más insospechados. DEP el maestro Ibáñez. Ha sido un colaborador necesario para «perpetrar» muchas sonrisas y muchos lectores en España.
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