Miércoles, 12 de febrero 2025, 01:00
El choque entre la vicepresidenta primera y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, y la vicepresidenta segunda y titular de Trabajo, Yolanda Díaz, se esperaba desde que la primera avanzase que su departamento barajaba la necesidad de que los preceptores del salario mínimo interprofesional tributasen ... en concepto de IRPF. Mientras Díaz defendía lo contrario. A lo que ayer se sumó el hecho de que la ministra de Trabajo tuvo noticias de la decisión final de Hacienda a través de la prensa, dado que no fue informada previamente por Montero. La diferencia de fondo desató la crisis a causa de un desdén formal. En una coalición de gobierno medianamente sintonizada, en ningún caso a salvo de eventuales desavenencias entre los socios, éstas serían abordadas desde la institucionalidad y no sólo desde la complicidad entre las partes. Las propuestas impositivas corresponden al Ministerio de Hacienda, tanto en su exposición en el Consejo de Ministros como en su defensa parlamentaria. A no ser que tal responsabilidad sea asumida personalmente por el presidente del Gobierno. La ministra Díaz tiende a operar como si tuviera capacidad resolutiva sobre cuestiones de alcance económico general que conciernen al Gobierno en su conjunto, y atañen más directamente a departamentos distintos al de Trabajo. Aunque no haya justificación alguna para que María Jesús Montero se mostrase desconsiderada con Díaz. Lo ocurrido no es casual, puesto que obedece a la tensión en la que se encuentran PSOE y Sumar. El primero observando las encuestas e imaginando cada día la posibilidad de prescindir del segundo. Y éste atravesando una crisis de identidad y de cohesión que pone en solfa su propia existencia.
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En tales condiciones, la formación que lidera intermitentemente Yolanda Díaz no está en situación de exigir al socio mayoritario del «gobierno de progreso» más de lo que éste le concede: su continuidad en un Ejecutivo del que, por otra parte, tampoco los socialistas están en condiciones de expulsarlo. De ahí también que sean los aliados que no se sientan en el Consejo de Ministros quienes mercadean políticamente con Pedro Sánchez. La escena ofrecida ayer en la rueda de prensa posterior a la reunión del Gobierno entre la ministra portavoz, Pilar Alegría, y Yolanda Díaz lo dice todo sobre la precariedad de un Ejecutivo que no puede enjugar sus penurias a costa de la credibilidad de las instituciones que pilota.
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