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Andalucía ya está en la fase 3 y dio el visto bueno, además, a la movilidad entre todas las ocho provincias. Es, quizás, el punto trascendental de la desescalada con vistas a la recuperación económica y el que va a poner a prueba la capacidad de la Junta de Andalucía y de todos los andaluces para gestionar esta crisis. Ahora es el momento de la verdad para el Gobierno de Juanma Moreno Bonilla y cuando tendrá que demostrar su capacidad de liderazgo. Es cierto que Andalucía ha pasado con buen nota estos últimos meses y que incluso Moreno Bonilla ha salido fortalecido políticamente por su tono moderado y conciliador, por su firmeza en decisiones trascendentales y, especialmente, por una gestión sanitaria razonable dentro de todo el caos del Covid-19. Pero ahora ni él ni sus consejeros tienen el parapeto del Gobierno central y serán absolutamente responsables de sus decisiones y de los efectos que tengan las mismas.
Será curioso ver cómo cambian ahora las tornas, tanto desde el Gobierno andaluz como desde la oposición y si los discursos de unos y otros son también válidos ahora. Me temo que no y que parte de la bronca política de Madrid puede trasladarse a Andalucía. Esperemos que no sea así por el bien general. El fracaso lógico de la comisión de reconstrucción en Andalucía por el absurdo movimiento de poner a presidirla a VOX, que incluso votó en contra de su constitución, es un mal presagio en el momento más importante.
Quizá, lo que hay que pedirle al Gobierno andaluz, ahora que toma las riendas, es que sea transparente, que aglutine fuerzas y que escuche a todas las partes, especialmente a todos los agentes sociales (empresarios, sindicatos y colectivos). Y lo que hay que pedirle a la oposición es que ejerza su labor de control con firmeza y lealtad a los andaluces y, si es posible, con un afán colaborador.
Andalucía tiene un buen ejemplo para saber todo lo que no tiene que hacer: basta observar lo ocurrido en el Congreso de los Diputados, con episodios de vergüenza ajena, y en el Gobierno central, con un expediente lleno de falsedades y atropellos a libertades. El nivel de confrontación y de tensión que han generado todos conscientemente es, además de una irresponsabilidad, motivo suficiente para que ninguno volviera a repetir como diputado.
Por ello hay razones suficientes para reclamar una autogestión de la crisis en Andalucía, capaz de poner la salud y la sanidad como prioridad y, al mismo tiempo, ser sensible con la recuperación económica, con sectores tan importantes como el turismo, la construcción, el agroalimentario o la tecnología. Es precisa una posición firme contra los agravios respecto a otras comunidades (País Vasco y Cataluña) y frente a la discriminación en la financiación que Andalucía necesita para salir, por sí misma, de esta situación. Es el momento de Andalucía. Ya no hay excusas.
P.D. Absténganse los que sólo quieran armar bronca y dividir a los andaluces.
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