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Ahora mismo hay que ser muy valiente para ser moderado, como ha dicho Ángel Gabilondo. Cada vez es más necesario un esfuerzo de serenidad y equilibrio, porque no todo es blanco o negro, sino que se pinta en una gama de grises que da para muchos matices. Es preciso resistir a quienes tensan la cuerda, si no queremos que se rompa. Toda contribución es poca o la regresión puede ser tal que terminemos por tener que salir a defender la Constitución del 78.
En esta línea hay que valorar el silencio de la 'baronesa' socialista andaluza, Susana Díaz, en la polémica creada por su secretario general y presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, al crear la figura de un 'relator' para las negociaciones sobre la cuestión catalana. Díaz parece haber escuchado a quienes le recomiendan distancia, tanto para no perjudicar expectativas electorales como para no reproducir a escala regional el debate territorial, no dar a Vox -que domina la agenda aunque sea por persona interpuesta- una respuesta emocional que termine por alimentarle, sino enfriar los ánimos y recurrir a los datos para rebatirle.
No obstante, hay mucho interés en que no sea así, a la vista de la influencia que la cuestión catalana ha tenido en los resultados del 2D. Tanto Cs como PP han registrado en la Cámara autonómica iniciativas para que Díaz se pronuncie sobre el problema territorial, es decir, para que contradiga a su jefe de filas y 'enemigo íntimo'. Pero la prevista ausencia del presidente andaluz, Juanma Moreno, de la manifestación 'españolista' del domingo convocada por su partido, Cs y Vox, puede ser una gran contribución a esta necesaria serenidad.
Porque también en esta 'transición' andaluza, el cambio de ciclo autonómico del poder socialista al gobierno de coalición PP-Cs con apoyo de Vox, hay gestos anormalmente positivos frente al cuadro de crispación en el relevo que es tan fácil vender y tan esperable.
En este sentido, llama la atención que Susana Díaz va a tener despacho y asistente en su calidad de ex presidenta, porque así se lo ofreció el consejero de Presidencia, Elías Bendodo. Está en la ley y es más, por cierto, de lo que la propia Díaz facilitó a sus antecesores.
También es un buen signo que desde el PSOE se haya propiciado la continuidad en los estratos profundos de la Administración regional, nivel directores generales, etc., hasta que sean sustituidos. Fuentes del partido cuentan que prácticamente todos -aunque solo una mínima parte de ellos son militantes- han preguntado qué hacer y se les ha pedido que sigan en sus puestos para evitar un colapso en los servicios que presta la Junta.
Muchas veces las cosas son mejor de lo que se espera. Pero parece existir un interés sospechoso en ocultarlo o presentar sólo un cuadro apocalíptico que no nos va a traer nada bueno.
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