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Milagro en Ficus y en Reding

Intrso del Norte ·

Era un Valverde arbóreo, un Sánchez 'jartible'

Lunes, 16 de septiembre 2019, 07:59

Qué cosas no habrá visto el árbol de Reding. Desde noches con final operístico a noches legionarias. Desde poetas madrugadores a sintecho a los que prestaba sombra. El árbol estaba ahí, viendo pasar el tiempo, como la cosa aquella de Ana y Víctor. Un rayo lo ha partido, igualito que en el poema de Machado; si bien no era un olmo, era un ficus, y la última vez no lo vi en su mitad podrido. Los perros le orinaban, pero seguía enhiesto y surtidor de sombra y de sueño en la parte más literaria de la ciudad. Y más historias que saben Nacho Alcalá y Álvaro García sobre el arbolito de marras.

Su sombra era nuestra sombra, su copa y su verde le ponían a esa parte de la contracosta malagueña su toque de bulevar parisino. No era el drago de Cádiz, pero se le parecía tela. Ya habrá algún 'mialma' cachondón que mueva un meme con la foto del árbol/ángel caído sobre un coche con matrícula de Sevilla. Yo, sin embargo, entiendo que las bajas presiones y las DANAS no nos pueden doblegar, y más allá del réquiem por el árbol, conviene limpiar arroyos y cauces. Y eliminar matojos de las cuencas vacías frente al ecologismo gagá. Pero es que el árbol, además, entre los cordones policiales y sin savia en las venas, nos da una penilla histórica: igual porque en esta ciudad somos de fijarnos poco en los símbolos, a los que luego extrañamos.

El árbol de Reding queda medio mutilado, pero igual nos vuelve a reír en otra primavera, como un Valverde arbóreo o como un Sánchez 'jartible'. Como un manco verde anclado en los subsuelos de Gervasia...

La gota fría es más gota que fría, aunque la noche antes de que la meteo capara al árbol, vi nevar en los altos de Granada cuando salí a fumar a la verita del Genil. Ahora hace bochornazo junto a esa rama partida, y un borracho da cuenta de una cerveza apoyado en los jazmines de fuera de la casa de Emili.

Habrá quien piense en que me deshumanizo cuando le escribo a un ficus y no a las víctimas que el temporal ha dejado en la España seca. Quien me conoce sabe que la muerte tiene un símbolo, un ciprés, y, como confirmo con Nacho Lillo en las largas tardes del Balneario, somos más Metereología que otra cosa.

En el informe de daños podríamos consignar que un rayo nos pudo dejar en el sitio, pero el árbol nos salvó en un milagro de los gordos. En el árbol de Reding se nos apareció la Virgen de Pitita: el milagro de Málaga Este en un verano que se tomó un paréntesis de días sosos. El ficus de Reding es la UME con base frente al cementerio inglés y frente a esa cuesta tan romántica en la que aparcaban mis novias del 'Emili'.

Viva mi hermano árbol, que diría el de Asís muchos años antes que las bestias pardas de las veganas gallináceas de Gerona. Eso...

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