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Un servidor de ustedes, queridos lectores, no entiende mucho de fútbol ni tampoco coloca este noble deporte entre sus prioridades de ocio, tanto en su vertiente de práctica (no está uno en edad) como de espectador. Sin embargo, reconozco que el fenómeno socioeconómico del balompié ... siempre me ha llamado la atención, en especial los aficionados (su enorme número y entusiasmo en el apoyo a su equipo) y las cifras astronómicas de dinero que se mueven cuando hablamos de ligas y equipos de élite. Hay un plano que considero muy positivo, como es la movilización colectiva de aficionados en torno a unos colores que ayuda a un conocimiento y trato mutuo entre personas de orígenes y perfiles muy distintos. Pero no termino de aceptar que miles de personas puedan sentir como un ataque que los jueces y Hacienda pongan orden ante evidentes fraudes tributarios de sus ídolos. Es inexplicable que una persona modesta destinataria de las políticas sociales (que se financian con los tributos), clame su apoyo a estos deportistas millonarios poco amigos de cumplir con sus obligaciones tributarias.

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