Los menores no son el problema

Los menores que han llegado a nuestro país sin estar acompañados por un adulto, ¿qué peligro encierran? Los Menas son menores. Con nombres, apellidos e historia. Y hay quien no los quiere, ni en pintura, haciendo una bandera política de algo tan sagrado. ¿En serio alguien piensa que un niño o una niña abandona su país para hacer daño?

Llamemos a las cosas por su nombre: la infancia reúne la bondad y maldad adulta en la respuesta que damos, pero los niños y niñas nunca serán una amenaza salvo que los utilicemos como armas arrojadizas o directamente no los atendamos y eduquemos adecuadamente. Dice el futbolista Nico Williams, de 21 años, que nadie nace siendo racista; la clave está en la educación. Y en el amor. Recordemos que cuando un niño permanece en silencio ante un adulto es significativo. Cuidado con los prejuicios y la falta de sensibilidad. Especialmente la vomitada contra la infancia. Los menores miran cuanto les rodea: es su forma de abrirse a la realidad.

Una sociedad que no cuida a la infancia, también la que huye de sus países, camina hacia el precipicio; hacia la exclusión. Que se utilice como arma arrojadiza familiar, ideológica o políticamente hablando es muy peligroso. También en materia de fe; no concibo un creyente que rechace a un niño o a una niña. Los menores no son el problema, el problema lo tenemos los adultos.