Borrar

La memoria de la historia

POR AHORA ·

Domingo, 20 de septiembre 2020, 09:55

El Proyecto de Ley de Memoria Democrática es una aberración política y constitucional. Que la Administración haya decidido suplantar a los historiadores es una anomalía sin precedentes y no hay nada positivo en ello, salvo traer la satisfacción a algún grupo muy sesgadamente politizado y realmente sorprendente, cuyos auténticos motivos son inconfesables. Seleccionar los episodios de una época determinada, descartando los inconvenientes y simplificando la historia otorgando carnets de amigos y enemigos, es incalificable. Es desolador tener que explicar que explorando lo ocurrido se constata que en 1936 no hubo uno, sino dos bandos. En la vida las banderías son siempre seguro de conflicto, rescatar el pasado, domeñarlo y tomar partido, no es nunca un acto simple, es una invitación a que cada cual adopte expresamente su propia versión de aquello que no vivió. La democracia tiene sus claves y características y una de ellas no es la de someter discrecionalmente a nadie al silencio de su opinión, menos aún usando la coerción administrativa y penal.

Los sucesos acaecidos durante el breve período de tiempo de vida de la II República, los sucesivos intentos de golpes de estado por parte de unos y otros, la violenta confrontación social previa a la Guerra Civil -media España frente a la otra media- llena de asesinatos, los fusilamientos a ambos lados del frente, la Dictadura, la represión, el racionamiento, la pobreza, el posterior desarrollo, el partido único... Los acuerdos de la Transición, la Ley de Amnistía, la reconciliación nacional, las elecciones generales de 1977 y la Constitución de 1978, dieron por acabado el gran conflicto español del siglo XX. Más de cuarenta años después del abrazo sincero de todos irrumpe un espíritu revisionista y vengativo que quiere usar su temporal hegemonía gubernamental para legislar el pensamiento de acuerdo con su parcial versión de los recuerdos sin espacio para matices ni discrepancia. Créanlo, lo malo no es redactar a empujones más o menos interesados los sesgos de la historia y decretar su oficialidad sin réplica, no, lo peor es que con ello se crea un foco de grave desaire y menosprecio moral que va a generar descontento y respuesta por quienes puedan sentirse ofendidos.

Sólo el perdón y el olvido de los hechos de unos y otros que, de algún modo seguían latentes a la muerte de Franco, pudo construir la Democracia, que llegó de forma modélica -hay que repetirlo una y otra vez- asombrando al mundo. Esta revisión podrá satisfacer a algunos hasta legítimamente por la desgracia e injusticia que sufrieran los suyos, pero otros muchos sentirán el desdén y el silencio -cuando no el dedo acusatorio- por los hechos de injusticia, atropello o muerte de sus correspondientes. La senda de esta mal llamada «memoria democrática» no es una buena idea, no une sino que separa -divide- a los españoles. Crear un manual de buenos y malos con la coartada de una dictadura en una España que quiso la democracia constitucional, la secundó y la aprobó, es mirar al pasado con ira. Todo lo contrario de lo que quisimos hacer y crear cuando pudimos y debimos. Lo contrario de la equidad y la justicia, el revés de la fraternidad, la tolerancia y la convivencia. Y aun así, nadie podrá arrebatarnos la paz, porque este pueblo es mucho mejor que los irresponsables impulsores de una triste, interesada e injusta venganza.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

diariosur La memoria de la historia