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No es fantasía, ni pesimismo, ni un mal sueño, Sánchez ha pactado el relato de la Transición para la llamada 'ley de Memoria Democrática' con los herederos ideológicos de una banda con las manos llenas de sangre. La coalición indigna con los abanderados de los ... que fueron verdugos cotidianos de víctimas y más víctimas, ya fueran de uniforme militar o babero escolar, es la protagonista de la más fea página que se puede escribir. Pedro Sánchez puede gustar más o menos, puede tener más o menos votos, más o menos apoyos, esto es una democracia. Pero mentir, faltar a la palabra dada una y otra vez -con Bildu no vamos a pactar...-, asociarse políticamente con los declarados enemigos de la existencia de la nación española, no puede ser. La originalidad, la chispa, cierta temeridad, o la búsqueda de nuevas fórmulas para hacer política son un ejercicio respetable, pero nunca haciendo de lo negro blanco, nunca traicionando el espíritu y la letra ofrecidos y comprometidos con el pueblo, con los ciudadanos. No se puede ir contra lo que uno ha mostrado como señas esenciales, ni siquiera contra lo que sean sólo señas. No se puede ir contra el propio compromiso sin que te puedan tachar de llevar a cabo un ejercicio de la mentira o de la estafa moral o intelectual, tirar de principios y traicionarlos a continuación es incalificable y se paga. Ya es extraño y hasta obsesivo querer cuadricular la memoria o hacerla objeto de un instrumento legal, pero pactar su contenido o parte del mismo con dirigentes de Bildu... Pedro Sánchez está maniatando al PSOE, traicionando sus hechos y borrándolo del mapa, es el peor enemigo del partido al que dice representar y la masiva huida del voto a su figura está garantizada. No tiene que buscar señores de oscuro, conspiradores fumadores de puros que no lo quieren, no es necesario, él solo se basta y sobra para acabar con las esperanzas socialistas. Que no busque más enemigos imaginarios, Sánchez está acabando con cualquier atisbo de victoria o repunte y esta barbaridad de coquetear y hasta coaligarse con etarras, independentistas, golpistas, condenados a los que se indulta, etc., ni se olvida ni es del agrado de nadie. Las decisiones impopulares e inexplicables nunca pasan desapercibidas, quedan escritas. Hoy el propósito confeso es que Pedro Sánchez se prepara para aguantar en Moncloa hasta el mismísimo enero de 2024 y, a la vista de los pronósticos, los más cercanos ya confirman que no se presentará a las elecciones próximas. Su gran obsesión, ser presidente, su prurito, el máximo tiempo posible, hasta el último minuto. Mientras más se atrinchere y más se traicione a sí mismo y a su partido cediendo y faltando a lo que se comprometió a preservar, más se acortarán las posibilidades y el tiempo. En las próximas generales ni el apoyo de Bildu o ERC, ni las promesas sonadas de 'Frente Amplio de la Escucha' van a devolver a Sánchez a una Moncloa arrasada de mentiras, decisiones autárquicas, indultos a golpistas y blanqueo de ETA.
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