Cuando se van los mejores
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Cuando se van los buenos dejan el mundo en un estado un poco peorHay una costumbre en los funerales y en las desgracias en afirmar que la vida se lleva a los mejores y que a las malas ... personas no les pasa nada. No es cierto, de una manera natural también se van los que no son buenos, porque hay una lotería macabra a la que estamos todos jugando, queramos o no, unos con más papeletas y otros con menos, pero es el puñetero azar, y no otra cosa, quien trae consigo el éxito o la fortuna, pero también la muerte o la enfermedad.
Pienso ahora en eso mismo, más en la muerte que en la enfermedad, porque vengo de enterrar a un amigo al que quería tanto. Se nos ha ido uno de los buenos en una muerte repentina e inesperada, sin un mínimo aviso, que, si lo pienso, dentro de muchos años, es lo que yo desearía para mí, que tengo pánico a enfermar y a que mi agonía haga daño a mi familia y a la gente que me quiere. Ahora tengo a uno menos. Juan Antonio Horrach, galerista y hotelero de Mallorca, cuya desaparición supone una tragedia para este mundo y para mucha gente entre la que me encuentro, en un estado de impacto y de desolación, con tantísimas cosas por hacer y que ya no van a poder hacerse nunca. Se va un auténtico mecenas, un alma hermosa, una de las personas más generosas y amables que he conocido. Por eso esta, y quizá sea ya demasiado tarde para advertirlo, es una columna que está escrita desde la tristeza y desde el dolor, y desde la búsqueda del consuelo.
Ahora me abandono en la memoria y me fijo en todo lo que hemos vivido juntos, deleitándome, prestando atención también en todas las últimas veces, y me gustaría que no se me olvidaran nunca, aunque todo este dolor también pasará como pasan las cosas, buenas y malas, pero ahora me enfrento a una pena en observación, un vacío que ya sé que no va a encontrar reemplazo. No ha sido el primer amigo del que he tenido que despedirme, y me temo que tampoco será el último. Es la ley de la vida, que es a veces muy injusta. Cuando se van los buenos dejan el mundo en un estado un poco peor, más sucio, más feo, con más rabia que se irá calmando para poder sobrevivir, seguir buscando las cosas buenas que nos da la vida, que las hay, aunque a veces se nos nuble la mente de tanta tristeza. Hay que salir corriendo de todo lo que nos hace mal. Hay personas buenas que están aquí y con las que conviene juntarse, porque hay que estar única y exclusivamente con quienes te hacen sonreír, tal y como acaban de recomendarme justo ahora.
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