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Qué difícil es esto de las sucesiones. Mucho más que saber irse a tiempo. Son muy pocos los ejemplos en los que alguien que manda ... se para a planificar y organizar su relevo para que su proyecto tenga continuidad y ese traspaso de poderes se realice con normalidad. Hay algo en el ser humano que le hace aferrarse al sillón y resistirse a ese momento en el que uno pasa de todo a casi nada. Forma parte de esa naturaleza sentirse imprescindible, incluso sabiendo que es un pensamiento absurdo y nadie lo es.
En el PSOE de Málaga, como casi siempre pasa en política, el proceso de sucesión en la secretaría provincial se hizo bajo el modelo del dedazo, tan habitual en los partidos. Eso de las primarias, que tantos disgustos ha dado a los partidos, está muy bien como teoría, como alarde de democracia interna, pero donde esté el ordeno y mando que se quite lo 'bailao'.
Pedro Sánchez puso el ojo en Andalucía, fulminó a Juan Espadas e invistió a María Jesús Montero como la líder de todos los líderes en la comunidad. Una especie de «por la gracia de Dios» pero en modo 'sanchismo'. No es nada nuevo, porque todos hacen lo mismo, en el PSOE, en el PP y donde se tercie.
Se veía venir. Después de Juan Espadas el siguiente en caer por estas tierras sería Dani Pérez, el voluntarioso secretario general y candidato a la Alcaldía de Málaga, al que los suyos le vienen moviendo la silla desde hace tiempo. Es curioso que los mayores empellones llegaran desde sus antecesores –Miguel Ángel Heredia, Paco Conejo y Pepe Bernal–, los mismos que llevaron al PSOEde Málaga a la debacle actual. Son las cosas de las renovaciones, que siempre suelen tener una vuelta atrás.
De hecho, uno de los primeros actos del nuevo líder del socialismo malagueño, Josele Aguilar, fue rodearse de los de siempre o, mejor dicho, de los de toda la vida con unas cuantas raciones de churros tejeringos de por medio, como tiene que ser. Apellidos como Fraile, Bustinduy, Linde, Sanjuán o Asenjo escenificaron su apoyo a los nuevos tiempos del PSOE de Málaga. Ahí es nada.
Y no faltó el disciplinado Dani Pérez, al que apenas le dio tiempo a poner sus barbas a remojar cuando vio lo que le hicieron a Juan Espadas. La animada charla entre Aguilar y Bernal en el congreso regional mientras compartían un café fue la forma de comunicarle implícitamente a los compañeros socialistas que todo estaba ya atado y bien atado.
Josele Aguilar logra, por fin, lo que lleva deseando desde hace más de 20 años. Siempre ha sido el eterno aspirante entre bambalinas, pero siempre perdió fuelle en los últimos metros. Siempre tuvo el respaldo de reputados militantes, pero nunca el de la militancia. Veremos ahora si el empuje de Pedro Sánchez le hace ganarse a todos los suyos gracias a esa costumbre en política de que todos salen en auxilio del ganador.
Aguilar logró desbancar a Pérez con la inestimable colaboración del trío de picas integrado por Bernal, Conejo y Heredia, aunque este último sea ya un jarroncito chino en el PSOE. Habrá que ver la capacidad de movilización que será capaz de desplegar un equipo con olor a naftalina.
Mucho trabajo tiene por delante Aguilar, un hombre con formación, experiencia y conocimiento del partido. Su misión titánica es intentar doblegar a un PP que gobierna en toda la Costa del Sol y en los grandes municipios de la provincia y en la Diputación. Se ha subido a la ola del 'sanchismo' y a rebufo de María Jesús Montero, otra histórica del socialismo andaluz que gobernó la región durante 40 años. Habrá que darle un voto de confianza a Aguilar y muchos ánimos. Lo que parece es que mucha cantera para ofrecer caras nuevas no hay en este PSOE malagueño. Tal vez ese sea su primer reto: motivar a los jóvenes para ofrecer propuestas ajustadas a estos tiempos, capaces de volver a atraer a los votantes.
Otro de los efectos de este proceso sucesorio es que el nombre del próximo candidato a la Alcaldía de Málaga está muy abierto y Dani Pérez no tiene nada garantizado, a pesar de que entre todos los que han intentado desbancar a De la Torre es el que más empeño ha puesto.
Y lo curioso es que en la acera popular de enfrente también la sucesión es un tema recurrente, pero si algo tienen claro en el PP es que para De la Torre no hay tema. Y punto. De hecho, en una entrevista reciente en 'La Alameda' se le preguntó cómo pensaba organizar su sucesión y la respuesta no pudo ser más tajante: «No estoy en ello, tengo cosas más importantes que hacer», vino a decir.
No se le cuestionó como otras veces si iba a seguir o si se volverá a presentar en 2027 –algo que absolutamente nadie duda– sino qué iba a hacer para que cuando llegue el momento haya un sucesor que pueda continuar la labor del PP en el Ayuntamiento de Málaga.
De la Torre seguirá hasta que su cuerpo aguante –que nadie descarte un alcalde nonagenario– y no le preocupa lo más mínimo –o al menos eso da a entender– lo que pueda ocurrir cuando él ya no esté. Alguien debería recordarle que como en cualquier gran empresa es un ejercicio de generosidad con su partido y de buena gestión preocuparse por el futuro más allá de la propia permanencia.
Es una cuestión objetiva que, por su edad, en cualquier momento puede necesitar dar un paso al lado. Pero ya se sabe que en política nadie quiere, siquiera, plantearse esa posibilidad. Además, posibles candidatos a sucederle cuando llegue el momento como Carolina España, Elías Bendodo, Elisa Pérez de Siles o Carlos Conde conocen la afición de De la Torre de decapitar a sus delfines. Así que en el PP, como en las fotos, nadie se atreve a dar un paso, vaya a quedarse fuera, como diría Guerra, y lo fían todo al destino. Larga vida para todos, pensarán.
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