Sr. García .
Carta del director

Pedro y el lobo

Como en el cuento infantil, la gente ya no sabe qué creer y muchos piensan que todo esto no es más que una estrategia; al final, sólo el presidente sabe la verdad y los verdaderos motivos de esta impensable vuelta de tuerca en su biografía política y personal

Manolo Castillo

Málaga

Domingo, 28 de abril 2024, 00:09

Hoy sólo era posible escribir sobre Pedro Sánchez y su periodo de reflexión. Habría resultado estrambótico escribir sobre otra cosa que no fuese el tema. Así que me dispuse a ello con el convencimiento de que después de miles de artículos, de tertulias y comentarios ... iba a resultar casi imposible llamar la atención del lector.

Publicidad

Si usted ha llegado a este segundo párrafo lo consideraré todo un éxito y le invito a seguir con el compromiso de intentar no caer en los lugares comunes. Si es que eso fuese posible.

De Pedro Sánchez se puede esperar de todo, hasta lo inimaginable o lo imposible. Su carrera está plagada de momentos y decisiones inéditas. De hecho fue el primero en llegar a la presidencia sin ser diputado, el primero también en desafiar al aparato del PSOE y en derrotarlo, el primero en romper todas las reglas de la política y crear unas nuevas. Así que es absurdo pretender saber qué pasa por su cabeza y mucho menos adivinar qué decisión tomará mañana.

Lo que es evidente es que Pedro Sánchez no es un político al uso y que su singularidad desquicia a sus oponentes. Nunca hasta ahora en España un presidente del Gobierno había despertado tanto odio alrededor de su persona pero, para ser sincero, tampoco ninguno había fomentado tanto odio hacia los que no piensan como él. Un toma y daca tan peligroso que puede estallarle mañana entre las manos.

Sea como fuere, sólo cabe en estas líneas hablar de percepciones. O de suposiciones. Y yo no descarto que la familia Sánchez Gómez viva desde hace años un infierno. Si hacemos el ejercicio de ponernos en su lugar, no debe de ser fácil gestionar un entorno familiar en un ambiente exterior con tanto fango, tanta bilis y tanta maldad. No debe ser fácil la vida para su mujer, Begoña, ni para sus dos hijas, Carlota y Ainhoa, ni para el propio Pedro Sánchez.

Publicidad

El padre ha decidido conscientemente participar activamente en este juego de la inmundicia y ha demostrado con creces su capacidad de resistencia. Pero hay algo que no puede dominar y es el impacto que su vida política tiene en sus seres más queridos. Y ahí él ni es presidente ni es todopoderoso. Más bien es un padre como otro cualquiera.

Y algo parecido ocurre con su pareja, la cual por ingenuidad o por considerarse intocable se metió en un jardín que no debía: firmar de su puño y letra una carta de apoyo a una empresa privada. Nadie puede negar que una simple carta firmada por Begoña Gómez es hoy por hoy un documento poderoso, como lo fueron en su día las firmadas por Urdangarín, al margen de las diferencias que existen, al menos de momento, entre los casos de Begoña e Iñaki. Pedro Sánchez tienen un enorme poder, pero no puede controlar el daño que, justificadamente o no, pueda sufrir su mujer. El punto débil de cualquier persona es su familia, son sus seres queridos. Por eso los cobardes rehuyen el cara a cara y prefieren atacar a las familias. Y la política está llena de estos cobardes y con carnés del PSOE, del PP y de todos los partidos. El propio Pedro Sánchez está bebiendo ahora de su propia medicina. Con ello quiero decir que todos los partidos y casi todos los políticos son corresponsables de haber convertido la política en un estercolero. Y ellos son los que se llevan esa mierda a casa.

Publicidad

Recuerdo los casos de los escraches a Soraya Sáenz de Santamaría en la puerta de su casa y cuando estaba embarazada, el acoso a la también embarazada Begoña Villacís, la presión en su propia casa a Pablo Iglesias y a Irene Montero, la crueldad contra Rita Barberá, Mónica Oltra o Francisco Camps, al margen de su valía como políticos. Todos, absolutamente todos los partidos, participaron con ahínco y saña en estos linchamientos, como la jauría que hoy denuncia el propio PSOE. La política española, reconozcámoslo, es hoy una manada de hienas.

Pedro Sánchez se expresa cansado de tanto lodo, olvidando que él mismo y su partido han sido cooperadores necesarios para la creación de este lodazal. Si Pedro Sánchez decide quedarse, bajo la excusa de que se lo pide la gente, los socialistas, su mujer, sus hijas o su conciencia, no podrá evitar que todos pensemos que este periodo de reflexión fue una estrategia, un plan más de cuantos ha diseñado con éxito. Y si se va dará a entender que es víctima de su propia forma de entender y practicar la política. Haga lo que haga no se le podrá reprochar nada, aunque sí podremos opinar sobre los efectos de este circo. Él, haga lo que haga, saldrá probablemente por su puerta grande.

Publicidad

No sabemos si seguirá como presidente, si se irá a Europa, si se marchará a casa o si con todo esto reforzará su leyenda de resistente. No quisiera estar, ni muchos menos, en la piel de Pedro Sánchez.

Lo que resulta evidente es que la sociedad española no puede resistir tanto odio, tanta división, tanto acoso mutuo, a tanto mentiroso y a tanto político intelectualmente incapacitado. Pero es que tampoco puede soportar a ciertos medios de comunicación, otrora respetados y admirados, convertidos en mamporreros de la ideología ni a tantos periodistas arrastrándose por el barro como mitineros de barrio. Siento pena y tristeza cuando escucho a periodistas zarandear este oficio desde sus trincheras partidistas y políticas, como hooligans desgañitados contra los rojos o contra la fachoesfera. Deberían, directamente, dar el salto a la política.

Publicidad

Podríamos decir que este país necesita una reflexión, pero creo que ya no hay tiempo para ello. Lo que está claro es que hemos entrado en una peligrosa deriva que no sabemos a dónde nos llevará ni que cambios traerá. Este país no se merece a muchos políticos –ministros, diputados, cargos orgánicos, etc.– y a muchos periodistas que más bien parecen macarras que trafican a diario con la mentira, el engaño y la manipulación. Y todo ellos con total impunidad. Lágrimas de cocodrilo al fin y al cabo. La realidad, por simple que parezca, es que de aquellos barros, estos lodos. Así de fácil.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €

Publicidad