Sr. García .
Carta del Director

Ojalá fuese verdad eso de la regeneración

Que nadie se lleve a engaño: tanto el presidente Pedro Sánchez y el PSOE, como el resto de partidos, han estado y siguen estando al volante de lo que ellos mismos llaman «máquina del fango»

Manolo Castillo

Málaga

Domingo, 5 de mayo 2024, 00:01

Asistimos a la mayor campaña de desinformación política jamás vista desde la Transición. Los cinco días de reflexión del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, han abierto las compuertas de un torrente de mentiras, bulos, desinformación e insultos inédito en este medio siglo de democracia. Y ... la consecuencia, al menos en estos primeros días, es un aumento de la crispación y la polarización que intenta provocar una división entre buenos y malos, en la que los buenos son siempre los míos y los malos, todos los demás. De locos.

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Ojalá fuese cierto eso de la regeneración política, mediática y judicial, pero las herramientas propuestas son tan difusas y opacas que esa aspiración no sólo se antoja difícil sino que, incluso, puede abocarnos a un nivel de tensión aún mayor . Parece imposible salirse de este terreno embarrado y más aún escapar ileso en este fuego cruzado. Ya lo decía el exministro Alberto Garzón en una entrevista de Alberto Gómez en SUR: «La política es una trituradora de personas». Y yo añadiría que también es una trituradora de la convivencia.

Resulta inquietante la cantidad de inexactitudes y medias verdades que hay detrás de todo el sainete montado por Sánchez, su carta a la ciudadanía, su intervención en Moncloa sin preguntas (ya casi nadie recuerda hoy que hizo lo mismo que se le criticó a Rajoy, al plasma de Rajoy), su posterior entrevista en RTVE y su paseo por la SER. Entre otras muchas cosas, denunció sentirse acosado cuando pocos días antes él y la ministra María Jesús Montero –toda una hooligan callejera– arremetieron en el propio Congreso de los Diputados contra la pareja de Feijóo; puso en boca del líder del PP cosas que no dijo textualmente; se arrogó una inexistente movilización ciudadana cuando apenas congregó a 12.000 personas de todo el país –muchas cargos públicos o estómagos agradecidos–. Intentó presentarse como víctima cuando también es verdugo y trató de culpar del estercolero político en el que se ha convertido Madrid sólo a una parte del hemiciclo. A los otros, claro. De hecho, pocas horas después de que dijera que seguía adelante, que se pondría al frente de la regeneración, sus ministros andaban insultando y amenazando a políticos y periodistas. Todo muy regenerador.

Es delirante poner en duda la solvencia de nuestra democracia cuando en el Congreso están representadas todas las ideologías, sensibilidades y posiciones de este país, cuando España es un ejemplo de solidez democrática hasta en los momentos más duros.

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Y todo esto no significa que el Partido Popular y el resto de formaciones, como PNV, Junts, Esquerra, Bildu o Sumar, no cometan los mismos pecados, porque los cometen. Quiero decir con ello que hubiera sido más sensato y más creíble que el presidente, tras un ejercicio de crítica y autocrítica, hubiese propuesto un plan de regeneración política y mediática transversal, en vez de trazar una línea roja entre ellos y el resto, calificando de «fachoesfera» a todo el resto. Se dio la triste circunstancia, entre todos los elogios a la periodista Victoria Priego, a quien el propio Sánchez calificó de periodista con mayúsculas, de que unos días antes un manifiesto había calificado al periódico que ella fundó, y en el que trabajaba, como parte de esa llamada fachoesfera, como uno de los medios que ellos, los buenos, consideran que forman la industria del bulo. Ver para creer. Quizá, sin quererlo, Prego hizo otro ejercicio de periodismo serio, honesto y alejado de los extremismos. Les dio una guantada sin mano.

Miren ustedes, en Andalucía el PSOE ha financiado medios digitales con el objetivo de arremeter con bulos y mentiras contra personas de la sociedad civil y cargos públicos del PP. Pero es que el PP hace lo mismo con otros medios digitales. Sin hablar de Vox o Podemos, que también utilizan medios para sus estrategias partidistas y para triturar a quien se ponga por delante. Un día le comenté a un alto cargo del PSOE andaluz que entendía la crítica política al entonces consejero Javier Imbroda, pero que no entendía que, a sabiendas, lanzara mentiras sobre él. La respuesta fue la siguiente: «Manolo, yo tengo que hacer acción política».

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– «Pero la acción política no es mentir, ¿no?», le pregunté.

– «Tengo que hacer acción política», me volvió a responder.

Y ahí acabó la conversación.

Los medios de comunicación también necesitamos acometer una regeneración que permita poner límites a prácticas poco o nada profesionales y que atentan contra los valores del periodismo. Y debemos hacerlo a través de la transparencia y con una regulación de la publicidad institucional, de la que se suele hablar sin mucho conocimiento, por cierto. Los medios de comunicación debemos hacer autocrítica, pero al mismo tiempo tenemos el derecho de reivindicar que no todos estamos en el mismo saco. Ni mucho menos. La mayoría de los políticos no son corruptos y tampoco la mayoría de los medios están vendidos.

Cuando Pedro Sánchez habla de limitar la independencia de los medios, el derecho constitucional de acceso a la información y habla sin pudor de meter las zarpas en el poder judicial, jaleado acto seguido por ministros vociferando como posesos, no podemos más que ponernos en guardia, rearmarnos y defender lo que es de todos, lo que son derechos construidos durante décadas o siglos.

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Escuchar a Sánchez y a casi todos sus ministros hablar de regeneración y presentarse como víctimas de los insultos, los bulos y la desinformación es como escuchar dar consejos de comida vegetariana a una persona que cada día a la hora del almuerzo se zampa un chuletón de buey poco hecho.

La regeneración empieza por la autocrítica y en estos días, que han dado para mucho, no se ha encontrado en Pedro Sánchez ni un ápice de arrepentimiento. Todo lo contrario. Él, como presidente de todos, debería haber tendido la mano al que piensa diferente y lo que ha hecho es dar una bofetada. Si de verdad se siente víctima, si de verdad quería la regeneración, debería pensar que él, con su forma de hacer política, también ha hecho que muchos se sientan igual de víctimas. Pero de eso, ni mu.

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