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La ciudad de Málaga vive un momento decisivo para el desarrollo de proyectos impulsados desde el propio Ayuntamiento. No es un secreto que el alcalde, ... Paco de la Torre, lleva varios años intentando impulsar sin éxito algunas actuaciones que llevan ya mucho tiempo de cajón en cajón. La lista, aunque sea de sobra conocida, conviene recordarla: nuevo auditorio, desarrollo de la parcela de los antiguos cines Astoria y Victoria, ampliación del estadio de la Rosaleda con vistas el Mundial de Fútbol 2030, solución al cauce urbano del río Guadalmedina, el Plan Litoral con el soterramiento del Paseo de los Curas –éste, aunque no se diga, está casi descartado–, así como el hotel del Puerto y la marina de San Andrés, aunque estos últimos dependen más de la Autoridad Portuaria.
En una conversación mantenida esta semana en el programa 'La Alameda', el alcalde desveló algunos detalles que arrojan luces y sombras sobre algunas de estas iniciativas. Si empezamos por las buenas noticias, el primer edil anunció que se está negociando con la Fundación Bancaria Unicaja para que construya su sede en los terrenos del Astoria, una parcela privilegiada para la que no se terminaba de encontrar una solución y que era una china en el zapato electoral del alcalde. Como es lógico, se establecerá un canon por el uso de esos terrenos que redundaría en las arcas municipales.
La idea es que la Fundación Unicaja tenga su sede, pero también espacios culturales en los que desarrollar su programación cultural, lo que garantiza este tipo de usos en este espacio privilegiado. Lo ideal sería que la Fundación Unicaja pudiera llevar a cabo un proyecto arquitectónico acorde con el entorno privilegiado de la Alcazaba y la Plaza de la Merced. Según expresó su director general, Sergio Corral, el compromiso de la entidad es total con esta idea que ayudaría a consolidar definitivamente su arraigo con el territorio y la sociedad malagueña. Es sin duda una gran noticia que el mayor accionista de uno de los principales bancos del país mantenga (elija) Málaga como sede.
Pero frente a esta buena noticia, el alcalde deslizó algunos comentarios que hacen pensar en nubarrones sobre el auditorio y el estadio de la Rosaleda. En ambos casos el problema es la financiación, tanto pública como privada.
Según expresó De la Torre, el proyecto del auditorio necesita, al menos, unos 110 millones de euros de capital privado, una suma que se antoja muy complicada, más aún cuando ni siquiera está solucionada la aportación de las diferentes administraciones públicas. La Junta de Andalucía y el Ayuntamiento de Málaga han expresado su intención de contribuir económicamente, pero el Gobierno central, a través del Ministerio de Cultura, se resiste a participar. Teniendo en cuenta los tiempos de las administraciones públicas, el auditorio, todo hay que decirlo, se ve muy muy lejos.
No encontrará en estas páginas falta de ambición para el desarrollo de Málaga, pero quizá habría que darse cuenta de que la política es también el arte de lo posible y encontrar soluciones más realistas a la falta de espacios culturales.
Y con la Rosaleda ocurre algo que ya dejamos por escrito en esta página. Las administraciones no se atreven a decir en público lo que piensan en privado: es muy compleja la financiación de esta remodelación del estadio para el Mundial 2030. Y la primera vez que se verbalizó esta situación fue también en esta entrevista al alcalde:
– ¿Le preocupa la remodelación de la Rosaleda?
– Sí, me preocupa.
Y lo que ocurre es que se necesitan más de 200 millones de euros y las administraciones no tienen claro cómo canalizar y conseguir esa inversión. Lo peor de todo es que el tiempo vuela y 2030 está ahí a la vuelta de la esquina. La Rosaleda, sin duda, va a ser uno de los dolores de cabeza de los próximos años. Todo el mundo quiere que Málaga sea sede de esos partidos del Mundial de Fútbol, pero a la hora de rascarse el bolsillo público ya la cosa cambia, a pesar de que todos los representantes de las administraciones temen más que a una vara verde esto del fútbol y la reacción de los aficionados si el proyecto no sale adelante.
De la Torre –ya lo conocemos– insiste en que se están haciendo gestiones tanto para el auditorio como para el estadio, pero la realidad es que son muchos los años que se lleva intentando y los avances son muy lentos. Veremos.
La impresión es que, se diga lo que se diga, falta inversión pública en Málaga y faltan cargos públicos con peso real en todos los partidos para influir en un cambio de mentalidad imprescindible: Málaga necesita un impulso a pesar de que a menudo se escucha que la ciudad y la provincia ya tienen casi de todo. Pues no. Y hay que decirlo claro.
La movilidad está estrangulando el desarrollo y hay síntomas peligrosos de alarma en el embudo de las carreteras de la costa oriental y en la saturación de la estación de tren y del propio aeropuerto, que necesitan una ampliación. Y a ello sumar el proyecto del tren de la Costa del Sol, la mejora de la red de Cercanías, el tercer hospital, la ampliación del metro, el auditorio y la solución del Guadalmedina.
Mucho trabajo, mucho dinero y esa sensación desesperante que se escucha desde Madrid y Sevilla de que Málaga ya tiene bastante. Pues no.
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