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Mandan los frugales, señor Sánchez

POR AHORA ·

Domingo, 19 de julio 2020, 10:30

Atentos a la pantalla, nuestra expresión facial se hace indescriptible ante las bravuconadas de Mark Rutte, primer ministro holandés. La torpeza, impericia e inepcia de Pedro Sánchez al abordar la economía española con planes extravagantes y gravosos son del todo intolerables con las circunstancias de la pandemia. De un lado, constatar que el camino emprendido hacia la obtención de una mayoría de fondos europeos incondicionados y no reembolsables era radicalmente inviable da y quita razones, sobre todo al Gobierno social-comunista aún al volante. De otro, se hace completamente insoportable volver a entrar en 'club Pigs' y recibir lecciones y un posible catálogo de condiciones de los jefes de los Países Bajos al frente del grupo de naciones -casi todas de corte socialista- que frustraron la elección de Calviño como presidente del Eurogrupo y del resto. La ensoñación irresponsable de unos frente a la hostil actitud de otros, por muy justificada que esté, es un planteamiento de salida en el que, queramos o no, estamos en el pelotón de los primeros.

De momento, la decisión de recurrir al remanente municipal, al superávit de los últimos diez años, es como gastarse en un hogar los ahorros de la abuela, el ahorro de la administración que menos presupuesto recibe y a la que este Gobierno va a dejar indefensa y saqueada. No es una buena señal, sino el gesto de unos gobernantes imprevisores capaces de derrochar todo lo disponible, gastarán este dinero sin haber solucionado absolutamente nada y llevando a los ayuntamientos a la insolvencia.

No. No vino Iglesias a luchar contra los elementos, sino a disponer de los recursos y una favorable inercia para barnizar de comunismo primero nuestra realidad y para consolidarse en el poder usando y abusando de sus privilegios creando una nueva verdad económica y social. Ahora se enfrenta a un rol verdaderamente indeseado para el que -de haberlo sabido- nadie, casi nadie o muy poquitos, le habrían confiado la copresidencia del Gobierno que ahora detenta. Es más, la carta de presentación de este Gobierno tiene la foto indeleble del líder morado y está directamente relacionada con las primeras respuestas negativas recibidas por Pedro Sánchez en sus visitas a Holanda, Suecia y, más suavemente, Alemania.

El proceso de negociación está abierto, llegar a un acuerdo será obligado, pero las cuentas previas que el Gobierno se hacía no salen por ninguna parte, tampoco los planes fiscales encajan y la sombra alargada de un rescate se agranda por momentos. La situación es de una gravedad inocultable y los argumentos e impedimenta con los que se cuenta son claramente insuficientes, tal y como ya se nos ha dicho. Se nos va a exigir un catálogo de reformas que debiéramos prever, nuestros socios europeos constituidos en un auténtico tribunal de negro nos van a requerir un proyecto completo que va a ser muy duro aceptar y aún mucho más aplicar. En esta situación, en la que como nunca nos jugamos el futuro, sólo hay un pacto posible para tener alguna luz de esperanza, PSOE-PP. Pero no van los acontecimientos por ahí todavía, lamentablemente. La imperiosa necesidad de un gobierno de salvación no puede ser desoída mucho más tiempo, la coalición de socialistas y comunistas sustentada en los independentistas y Bildu no puede dar para más. No se puede defender la plaza con los que quieren demolerla.

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