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La prohibición aprobada por la UE hace días acerca de la fábrica y comercialización de vehículos automóviles con motores de explosión y combustión se ha visto salpicada por dudas y críticas de variada autoría y argumentación. Debe ser porque empiezan a llegar medidas concretas, tras ... años de conferencias, cumbres y teorías. En cualquier caso, más allá del escepticismo por el cálculo temporal -2035- y la incógnita sobre las tecnologías disponibles en pocos años, no es una resolución muy popular. La pregunta que muchos se hacen es si prohibir es el camino más adecuado para poner de manifiesto y en la práctica la lucha contra aquellas conductas humanas que presuntamente dañan el medio ambiente de nuestro planeta. No se sabe si lo adecuado -democráticamente hablando-, ante la aprobación de una norma como ésta, especialmente limitativa y de inmensas consecuencias, debiera ser también aprobada en referéndum o consulta por el voto de los ciudadanos europeos o basta con que sea resuelta por los órganos rectores de la propia Unión. Al fin y al cabo, recordar para quién se gobierna no es mal ejercicio, en este caso y en todos aquellos en los que la magnitud de la materia o regulación tiene o ha de tener una importancia realmente mollar. La democracia representativa tiene sus características generales y precisa en muchas cuestiones del voto popular según qué asunto sea su objeto.
No es sólo esta resolución la que se nos hace saber cómo cosa hecha, hay más. Por poner un ejemplo, choca la forma y la deriva de más medidas que se anuncian y a la que parece que asistiremos como meros espectadores. Hace unos días volvimos a hacer el famoso cambio de hora, hoy cuestionado y parece que desechado ya el motivo que la originó, el ahorro energético. La cuestión radica en que, si va a dejar de modificarse la hora cada seis meses como hasta aquí, qué horario será con el que nos quedemos, el llamado de invierno o el de verano. Las encuestas dicen mayoritariamente que debemos acogernos al horario o modalidad horaria de verano y los rumores acerca de qué harán o aprobarán los órganos europeos mandantes dicen lo contrario, el de invierno. Si ésta deriva es cierta, ¿es la deseable, la adecuada, la mejor...? No es dudoso que formalmente se cumple el Tratado Europeo, que no se está infringiendo el mismo tomando este tipo de decisiones sin consulta previa o vinculante, pero puede que no preguntar -en éste como en otros casos- sea un importante error de fondo.
La democracia es el imperio de la ley y también es el espíritu de la libertad, la igualdad y el autogobierno o gobierno del pueblo, nunca debe perderse de vista. Prohibir es un verbo de drástico contenido que conviene conjugar con acierto y garantías. Cambiar nuestros horarios o clausurar la presente y más extendida tecnología de los vehículos que nos llevan y nos traen son asuntos suficientemente trascendentes en nuestra vida para que cada cual se lo pueda plantear y finalmente decidir. Que manden unos pocos no es satisfactorio ni pasa desapercibido.
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