Anda revuelto el deporte de élite de Málaga por lo que al fútbol y al baloncesto se refiere frente al oasis del Rincón Fertilidad de balonmano femenino, que ayer disputó en el mítico Ciudad Jardín el partido de ida de la final europea, un hito ... en la trayectoria de este club y del deporte malagueño. Pero los problemas del Málaga Club de Fútbol y del Unicaja son más de gestión que deportivos, aunque en ambos casos, como siempre ocurre, lo que falla en los despachos termina por afectar en la pista.
El Málaga Club de Fútbol ha conseguido salvar la temporada con una permanencia tranquila cuando a comienzos de liga muchos se preparaban para sufrir y se temían lo peor. La gestión del administrador judicial, José María Muñoz, está siendo determinante para sacar al club del agujero en el que lo metieron la familia Al-Thani y sus socios Blue Bay. Quedan pocas semanas para que el juzgado se pronuncie sobre la disputa que mantienen ambas partes y que tiene bloqueada cualquier vía de solución a largo plazo del club blanquiazul. Lo mejor que podía pasar es que ambos, Al-Thani y Blue Bay, salgan del Málaga C. F. y que puedan entrar nuevos inversores y propietarios que devuelvan al equipo donde merece estar: en Primera División.
Mientras tanto, el club necesita apoyo y ayuda y es gratificante que la Diputación de Málaga, que preside Francis Salado, haya dado un paso adelante para patrocinar al club con 700.000 euros por temporada. Este respaldo tiene aún más importancia si se tiene en cuenta la precaria situación del club. Hay quien puede considerar excesivo o inadecuado este patrocinio por parte de una institución pública, pero hay que llamar la atención sobre la trascendencia de un equipo de fútbol y su aportación a la actividad económica y social de la provincia. Y en este sentido se debe entender esta aportación de la Diputación o la del Ayuntamiento de Benahavís. Y no sólo por lo que supone de promoción y proyección de las marcas turísticas de Málaga, Costa del Sol o Benahavís, sino por la trascendencia de un equipo que aglutina emociones colectivas y sentimientos identitarios sobre un proyecto común.
Pocos dudan de la importancia y eficacia, por ejemplo, de la inversión de 15 millones de euros anuales de Málaga en sus museos. Y no sólo por su aportación como polo de atracción turística sino por su relevancia en la construcción de un modelo de sociedad sensible con el arte, la cultura y la belleza: mucho más que museos. De la misma forma, no deberíamos sorprendernos de que las instituciones públicas apoyen decididamente el deporte de élite y se involucren en su desarrollo y progresión. El valor del deporte como referente educativo es un arma poderosa que a veces se subestima e infrautiliza. Cuando una ciudad invierte en museos, no sólo invierte en el equipamiento cultural en sí, sino en la formación de sus vecinos: en la apertura de miras, la capacidad crítica y el resto de beneficios que la cultura tiene sobre la educación. Lo mismo sucede con el deporte y sus valores añadidos: la capacidad de sacrificio, el trabajo en equipo y la promoción de la salud.
En el caso del Unicaja ocurre algo parecido. Es triste el desapego de la propia Fundación Unicaja hacia el equipo y hacia un proyecto de tanto peso emocional e histórico. No se desvela ningún secreto al poner sobre la mesa lo incómodo que le resulta el baloncesto a Braulio Medel, que ya antes de la pandemia demostraba su falta de interés. Lo más extraño es que haya patronos que respalden esta huida y la decisión de bloquear la aportación económica de la Fundación Unicaja al equipo de su propiedad.
La estrategia de Medel y de su escudero López Nieto, representante de la Junta de Andalucía en el Patronato, es desviar la atención e intentar cargarle la responsabilidad de la viabilidad económica del club a Unicaja Banco, cuyo papel es el de patrocinador. Menos mal que algunos patronos han reaccionado a tiempo forzando a Medel y a sus 'escoltas' en el Patronato a mantener el apoyo económico al club. No hay nada como la transparencia y la información para reconducir los atropellos. ¿Qué hubiera pasado y cuál sería el futuro del club si no se hubiera publicado nada, como muchos exigían? Pues cualquiera sabe, pero nada bueno.
Habrá que estar vigilantes para certificar que la Fundación Unicaja no debilita el club, porque a pesar de lo que dice, hoy por hoy la Fundación Unicaja, a través de los dividendos que cobra este año por su participación en Unicaja Banco y de sus recursos propios (más de 78 millones de euros) puede perfectamente afrontar la subvención al club.
Hay algunos empeñados en decir que el Unicaja y el baloncesto no son viables económicamente para justificar el paso atrás de la Fundación Unicaja y su propio apoyo a esta incomprensible decisión. Y eso es una falacia. Ningún club de baloncesto europeo es viable sin la aportación de patrocinadores, instituciones y entidades. Y diría que ningún deporte ni equipo de élite lo es a excepción de algunos clubes de fútbol.
Los equipos de baloncesto vascos y canarios son viables por la aportación de las Diputaciones Forales y los Cabildos; el Valencia, por Juan Roig y Mercadona; el Madrid y el Barcelona, por los equipos de fútbol, y el Unicaja, por la Fundación Unicaja y su patrocinador, Unicaja Banco.
Otra cosa es exigir que haya mejor gestión, pero es injusto y deshonesto querer cargarles las culpas al expresidente del Unicaja Eduardo García porque, al margen de su lealtad a la entidad en la que trabajó toda su vida, no movía un dedo ni un euro sin el visto bueno del propio Medel. Es, por tanto, muy feo que Medel y algunos de sus patronos afines arremetan ahora contra García. Si le critican se están criticando a ellos mismos.
Sí es cierto que el club Unicaja requiere una extraordinaria renovación de arriba abajo: debe salir del acomodamiento endémico e histórico que lo llevó a perder su sitio en la Euroliga y ha de profesionalizar su gestión.
Por lo demás, Málaga quiere y necesita grandes equipos como el Málaga C. F., el Unicaja, el Clínicas Rincón y tantos otros de los que nos sintamos orgullosos, que nos hagan felices y que contribuyan a hacer una ciudad y una provincia mejor. Por eso hay que recuperar la extraordinaria energía de diez mil gargantas cantando al unísono el himno del Unicaja: «Siempre te llevo conmigo; siempre seré tu bandera». Porque esa fuerza demuestra que hay cosas con mucho más valor que el dinero o el interés.