El Málaga Club de Fútbol vive una de las peores etapas de su corta historia como sucesor del Club Deportivo Málaga. A demasiados puntos de la salvación, parece abocado a un descenso de categoría catastrófico por ser un pozo del que no es fácil salir, ... como le está ocurriendo, por ejemplo, al Deportivo de A Coruña. Y la realidad es que lo que le está pasando esta temporada al equipo de La Rosaleda es una mezcla de mala planificación, mala gestión deportiva, falta de liderazgo, mala suerte, falta de orgullo deportivo de los jugadores y hasta un punto de esperpento. Es como si todo saliese mal. O peor incluso.
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Y esta situación tiene a todo el malaguismo enfadado y decepcionado, con la lógica necesidad de buscar culpables a los que responsabilizar de tanto despropósito. Esto, que no deja de ser algo normal, tiene sin embargo un elemento que llama la atención: la desinformación. Quizá el amor a los colores o la pasión malaguista impide ver este bosque, este laberinto en el que anda perdido el club.
Y la primera cuestión que habría que asumir es que el Málaga C. F. es un club intervenido judicialmente desde hace tres años, con la magistrada María de los Ángeles Ruiz como instructora del caso y con José María Muñoz como administrador judicial. Quizá ambos no podían imaginar la que se les venía encima con este encargo porque, por mucho que lo intenten, no podrán evitar que en caso de descenso sean considerados como culpables. Quizá la jueza ignoró la parte emocional de este proceso que, aunque a ella no le guste, le coloca en la diana pública. Y a Muñoz le ocurre algo parecido. Aunque ha realizado un buen trabajo en el aspecto económico, se dejó deslumbrar por las lentejuelas del fútbol profesional hasta llegar a confundir su tarea de administrador judicial con el de presidente del club y todo el boato que ello implica. El hecho de que el Málaga esté intervenido judicialmente, y parece que lo estará durante mucho tiempo, impide la entrada de nuevos inversores capaces de impulsar y relanzar el club. Hoy por hoy el proceso judicial entre Al-Thani y la empresa malagueña BlueBay mantiene y mantendrá paralizado el club por la vía civil.
Han sido varios los grupos con solvencia económica que han intentado entrar en el club, pero ni Al-Thani ni BlueBay han accedido nunca a una posible venta de sus acciones. De hecho, Al-Thani aún cree que el club tiene un valor de varios cientos de millones de euros, cuando la realidad es que tiene una valoración que oscila entre los 30 y los 40 millones. Y si desciende, pues muchísimo menos.
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Por todo ello, el gran problema a futuro de este club es el embrollo judicial en el que está metido y que lo condenará a una letanía deportiva de muchos años.
Luego se puede hablar de la desastrosa planificación deportiva, responsabilidad de ManoloGaspar y del propio administrador, que con sus hechos han demostrado que no estaban capacitados para gestionar el club deportivamente. Ni Guede ni Mel ni ahora Pellicer han dado con la tecla de una plantilla que ha dejado en evidencia su falta de profesionalidad, pundonor y honestidad deportiva. Hay, incluso, quienes han desarrollado durante la temporada una barriguita cervecera que los delata a todas luces. No hay excusas para tanto despropósito.
Pero es que la propia prensa nos dejamos encandilar por este proyecto deportivo fallido. Incluso se escuchaba que se había configurado una plantilla para ascender. Toma ya. Hasta las instituciones se volcaron con dinero público para apoyar al equipo en la creencia de que esos patrocinios ayudarían al anhelado ascenso.
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Y ahora, a la espera del deseado milagro de la permanencia, que se antoja muy difícil, hay que asumir esta situación. Un equipo en la Primera Federación, intervenido judicialmente, con pocos ingresos y con unos propietarios –Al-Thani y BlueBay– a los que les importa poco lo que pase con el equipo y que, lo que es peor, impiden cualquier operación con nuevos inversores.
Y por este motivo hay quienes hablan de una refundación del club que permitiera, al menos, olvidar y casi desterrar del territorio blanquiazul a At-Thani y a BlueBay. Es verdad que es una operación compleja, especialmente porque al componente emocional, a la pasión blanquiazul, le cuesta asumir esa posibilidad. El aficionado verdadero es del Málaga esté donde esté y por ello está dispuesto a una travesía por el desierto de la tercera categoría, que ni siquiera es considerada profesional. Hay que asumir entonces un bloqueo judicial, económico y quizá deportivo por muchos años.
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Y este es el dilema del malaguismo, un cruce de caminos en el que es muy difícil decidir con la angustiosa sensación de que el club está secuestrado por sus propietarios y en manos de profesionales voluntariosos pero, a todas luces, sin la preparación necesaria para liderar un equipo de Málaga. Veremos.
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