¿Y por qué no, Málaga?

De entre todas las ciudades costeras del mundo, que no las he contado pero son unas pocas, han ido a fijarse en esta, igual que años atrás lo hicieron en Valencia. Cabe preguntarse por qué unos señores de Nueva Zelanda, que son los que les toca manejar el cotarro de la siguiente edición porque ganaron la anterior, porque así se juega a esto, se pasean por Málaga estos días como si llevaran toda la vida. Lo mismo se podría decir de los responsables de cierto fondo de inversión de Catar, que promueve dos de las mayores inversiones previstas en el Puerto; y de muchos otros.

Como marco general, Málaga está en España y en Europa, lo que supone unas garantías de seguridad física y jurídica y una estabilidad política de la que no puede presumir más de medio mundo. Bajando al terreno, la capital de la Costa del Sol tiene unas buenas infraestructuras, empezando por el Aeropuerto, que es el epicentro del sistema, con salidas diarias a las principales capitales de Europa y de Oriente Medio. El Puerto necesita algunas obras para acoger un evento de este alcance, pero no son especialmente costosas. Y además se ha gestionado bien, con concesiones de espacios que serán claves, como la marina de megayates, el puerto deportivo de San Andrés y la Casa de Botes, por lo que esa parte de los trabajos los hará el capital privado.

Y qué decir de la ciudad en sí, un destino de moda en el mundo: pacífico, divertido, acogedor con el de fuera, respetuoso, emocionante, cargado de cultura y que cuida sus tradiciones; al que sólo le falta un detonante como este para subir un par de peldaños su nivel, para llegar a un turista mundial y de un alto nivel económico, que es el que de verdad nos interesa a todos. La Copa América quiere que sus veleros de competición atraviesen la Bahía, que tendría los focos de medio mundo puestos sobre ella, literalmente, desde los helicópteros de las cadenas de televisión... ¿Y por qué no, Málaga?