Málaga, también ciudad tecnológica
Carta del Director ·
La capital se ha beneficiado durante años de la confluencia del empuje institucional, sobre todo del alcalde, y de un magma de extraordinario talento de jóvenes emprendedoresSecciones
Servicios
Destacamos
Carta del Director ·
La capital se ha beneficiado durante años de la confluencia del empuje institucional, sobre todo del alcalde, y de un magma de extraordinario talento de jóvenes emprendedoresMálaga vuelve a estar de moda. Y precisamente en un momento decisivo de la recuperación económica tras los momentos más críticos de la pandemia. Málaga suena ya como ciudad tecnológica como sonó hace años como ciudad cultural o ciudad de los museos. Si el discurso ... giraba entonces en torno a los museos Picasso, Thyssen, Pompidou, San Petersburgo y el propio CAC de los orígenes (no el de ahora) con nombres como los de Abramovich –premio Princesa de Asturias–, Katz, Anish Kapoor, los hermanos Chapman, Louise Bourgeois o Gerard Ritcher, ahora los símbolos de la ciudad digital surgen gracias a Google, Telefónica, Vodafone, Drekra, Oracle, Fujitsu, Aertec y Microsoft, entre otros, que han elegido la capital de la Costa del Sol para su implantación y para el desarrollo de centros de innovación e investigación. Málaga surfea esta ola de tecnología que, sin lugar a dudas, viene cargada de oportunidades.
¿Por qué está ocurriendo todo esto? La respuesta hay que buscarla en numerosas variables, pero sí es cierto que arranca de un objetivo común, de un plan estratégico que hace 20 años veía el futuro de la ciudad sustentado en tres pilares: turismo, cultura y tecnología. Ahora resultaría tan fácil como absurdo repartir medallas o buscar culpables de este círculo virtuoso, por lo que es bueno hablar de estrategia y esfuerzo común. Sin embargo, sí es bueno llamar la atención sobre algunas peculiaridades de este proceso.
Y la más importante y llamativa, en mi opinión, es que desde hace años conviven dos grandes fuentes de energía que, si bien discrepaban en muchos planteamientos, resultaron ser complementarias y, a la vista de los resultados, efectivas. Por un lado, lo institucional y público, y por otro, el talento y la iniciativa privada. Y me adentro en esta tesis. El proyecto Málaga Valley arrancó con el objetivo de convertir Málaga en un nuevo Silicon Valley, a su imagen y semejanza. Resultaba bastante atrevida no sólo la comparación, sino el propio proyecto. Se trataba de traer de la mano del Ayuntamiento a presidentes, consejeros y ejecutivos de grandes compañías para vender la idea de Málaga como ciudad tecnológica. Hubo muchos aciertos y también errores, pero aquello sirvió para sembrar, para echar redes que algún día se pudieran recoger. De hecho, fueron muchas voces las que criticaron aquella iniciativa. Unos con razón en algunas ocasiones y otros, como siempre en esta ciudad, con el empeño destructor que les caracteriza. De hecho, aquella idea acabó desapareciendo enredada en la política. Además, Málaga se empeñó en participar en todo tipo de foros que tuvieran relación con la tecnología, el propio alcalde fue embajador tecnológico muchas veces incomprendido y ridiculizado y la ciudad comenzó a llenarse de pequeños proyectos relacionados con la Smart City. Lo cierto es que entre el Ayuntamiento, el Parque Tecnológico de Andalucía y el propio Palacio de Ferias y Congresos fueron haciendo una labor incansable.
Por otro lado, la ciudad tenía un impresionante magma de talento personalizado en nombres como Bernardo Quintero y Joaquín Cuenca y en empresas como Virus Total y posteriormente Freepik o Uptodown. Ellos escenificaban otra manera de entender la transformación tecnológica y les chirriaba aquello del Málaga Valley. Este grupo de jóvenes emprendedores fue creciendo y llevando sus compañías al éxito, pero, sobre todo, fueron vendiendo la marca Málaga por todo el mundo. «En todas nuestras presentaciones en Google nunca ha faltado una imagen de Málaga, la playa, el sol o el espeto. No sabían dónde estaba la ciudad, pero las fotografías se quedaban grabadas», me dijo una vez Quintero, considerado por su industria el número uno del mundo en ciberseguridad y artífice junto a su equipo de la llegada del centro de innovación de Google a Málaga.
Estos dos mundos fueron trabajando de manera incansable hasta que por diferentes caminos la ciudad llegó al destino deseado: el sello de ciudad tecnológica. Y ello gracias a la combinación de talento, sol y condiciones de vida únicas en el mundo. Y la tercera pata sobre la que se sustenta este banco es la Universidad de Málaga, que con sus virtudes y muchos defectos, ha contribuido también a dibujar Málaga como un destino innovador de futuro.
Pero esto es sólo el principio y Málaga debe asumir el extraordinario reto que supone consolidar todo lo conseguido hasta ahora. Es preciso perseverar, mejorar la atracción de talento, ofrecer facilidades a las compañías para su implantación, buscar nuevas vías de digitalización y mejorar la formación. No puede ser, por ejemplo, que estemos hablando de esto y la ciudad tenga un serio problema de falta de suelo y metros de oficina, por ejemplo.
Las administraciones tienen que abrir la mente y contribuir a este despegue de Málaga abriendo puertas y no cerrándolas. Es preciso ser ambiciosos en los procesos de digitalización y de formación y en ello es clave igualmente la llegada de nuevas universidades y centros de formación que vengan a complementar la oferta actual. Málaga va como un tren bala y no puede tener responsables públicos empeñados en frenarla.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.