Miles de personas se manifestaron ayer pidiendo el cambio de modelo de ciudad de Málaga, aunque en el fondo lo que se palpaba era una crítica contra el turismo. Están legitimados para pedir lo que consideren oportuno, faltaría más, aunque no hay que dejarse llevar ... por la opinión de estas personas que llevan de una forma implícita la turismofobia por bandera. Más que nada porque el modelo de ciudad de Málaga es un modelo de éxito. La capital está viviendo una época dorada a nivel económico, impensable hace unas décadas, cuando se encontraba bastante deteriorada, sin saber a dónde ir.

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Y ese ha sido precisamente el éxito de Málaga, que a raíz de su plan estratégico fijó un camino muy claro que ha dado sus frutos: la Málaga cultural, la Málaga del litoral y la Málaga tecnológica, siendo el turismo la gran baza que ha jugado la ciudad para alcanzar el nivel que tiene hoy. Málaga se ha convertido en una ciudad a la que quieren venir a trabajar y vivir miles de personas. Así lo dice su crecimiento demográfico. Quizá algunos quisieran que el modelo de ciudad fuera como el de Soria o el de Cuenca, por poner un par de ejemplos de capitales que siguen sesteando ensimismadas con su tradición y su vecindad. Málaga es otra cosa.

Y es muy peligroso cambiar de rumbo en mitad del océano. Por eso el alcalde debe tener cuidado con los mensajes que está lanzando, pues deja caer que el problema del acceso de la vivienda para muchos malagueños, un problema real que no hay que ocultar, tiene básicamente un culpable: el turismo. De la Torre está dando bandazos desde la celebración de la primera manifestación. Pide que no se demonice el turismo, del que viven nada menos que unas 50.000 familias malagueñas, pero sus acciones apuntan a otra dirección. Empezó imponiendo con carácter retroactivo que no se permitieran viviendas turísticas que no tuvieran una entrada independiente, después que no se dieran más licencias en zonas donde ya hubiera un 8% de las mismas y luego, en otro giro de tuerca, que no se diera una licencia más sin tener en cuenta ninguna circunstancia. Y eso lo ha hecho en apenas cinco meses. Más palos de ciego imposible. Y para poner la guinda ahora también quiere ir contra los hoteles de menos de cuatro estrellas y contra los apartamentos turísticos. Se ve que en este último caso alguien le ha podido advertir que los inversores podrían optar por este modelo ante la prohibición de apostar por viviendas turísticas individuales, o sea, que se conseguiría el efecto contrario al deseado.

En cuanto a los hoteles, el mensaje que se lanza es que sólo se quiere que venga a la ciudad gente con dinero. No parece eso muy democrático que digamos al despreciar la venida de turistas con menos recursos, que no dejan de ser ciudadanos de clase media que a veces por sus circunstancias familiares no pueden sufragar el pago de habitaciones de hotel de cuatro o cinco estrellas. Alguien debería advertirle al primer edil de que esto no es Montecarlo, vamos, que no somos un destino de lujo. De la Torre apuntaba el jueves que no se demonizara el turismo cuando paradójicamente es él quien está lanzando un mensaje contra esta actividad para justificar la falta de viviendas de protección oficial. El alcalde cree que así va a contentar a todo el mundo y, sinceramente, eso es imposible. Los propios convocantes de la manifestación de ayer apuntaban que la sarta de medidas anunciadas no son suficientes, porque lo que quieren es que se reduzca drásticamente la cifra actual de viviendas turísticas.

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De la Torre pide no demonizar al turismo, pero sus acciones apuntan al mismo como el culpable de la falta de viviendas

De la Torre debería entender que ese no es su público, que lógicamente prefiere a los políticos que defienden de una manera clara ese modelo al que ha propiciado durante años el propio regidor. La gente no suele querer la copia, sino el original. El alcalde se encuentra en un laberinto en el que se ha metido solito y se puede encontrar con la sorpresa de que desoriente a sus votantes, que lo han refrendado en las urnas durante los últimos 25 años. Y hay que decir que es injusto que se culpe al alcalde de la actual situación, porque ha sido la única administración que se ha preocupado de verdad en este periodo de tiempo por hacer VPO ante la inacción de la Junta y del propio Gobierno central.

Pero él no puede solucionar solo la actual situación, en el que la propia Ley de Vivienda echa para atrás a miles de propietarios que mantienen sus viviendas vacías. Hay más viviendas en esta situación que las que están registradas para operar como turística. Es cierto que se pueden limitar este tipo de alojamientos, de ahí que parezca lógica esa restricción en zonas que se consideren saturadas, por ejemplo con ese 8%, aunque el porcentaje es discutible. Sin embargo, es muy peligroso empezar una carrera para demonizarlas, pues de ahí a la eliminación de las que llevan operando de manera legal y pacífica durante varios años sólo queda un par de manifestaciones más, que seguramente encabezaría el propio De la Torre…

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