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Sr. García
LA MADEJA DEL 'CASO CASSÁ'

LA MADEJA DEL 'CASO CASSÁ'

CARTA DEL DIRECTOR ·

El foco se ha puesto en el ex concejal de Ciudadanos y en el Ayuntamiento de Málaga, pero detrás hay un intento de moción de censura en Diputación y disputas en la formación naranja

Manuel Castillo

Málaga

Domingo, 12 de julio 2020, 09:18

Basta tirar un poco del hilo para descubrir que el 'caso Cassá' esconde muchas más claves de las que se pudieran imaginar. Desde que Juan Cassá anunció el pasado 4 de mayo que abandonaba Ciudadanos y pasaba a ser concejal no adscrito se desataron las especulaciones sobre su siguiente paso y sobre la posibilidad de una moción de censura en el Ayuntamiento de Málaga para sacar a Francisco de la Torre de la Alcaldía. El momento elegido por Cassá no pudo ser peor: en medio del confinamiento y con el alcalde convaleciente de su accidente cerebral. Y, por si fuera poco, su absoluto silencio no hizo más que disparar todo tipo de conjeturas. Todo era muy loco.

Ese ruido mediático y político y el atronador mutismo de Cassá -convencido de que ya no tenía futuro alguno en la formación naranja y sintiéndose traicionado- no dejaron ver otras realidades. Pero vayamos por partes.

Juan Cassá, hoy por hoy, no es en sí mismo un riesgo para la estabilidad ni del Ayuntamiento de Málaga ni de la Diputación Provincial. Quiere seguir en la Diputación realizando tareas de conexión y coordinación entre Presidencia y los alcaldes de la provincia y no tiene el más mínimo interés en entrar en el Gobierno municipal. Ha conseguido su objetivo, que no es otro que el compromiso del PP de mantenerle ese estatus político y económico. Ahora y, quién sabe, en un futuro. No quiere causar problemas ni al PP ni a Ciudadanos y le gustaría aislarse de toda la polémica. Si no ha hablado públicamente desde su marcha ha sido porque sabía que esa incertidumbre que generaba era su mejor herramienta hasta tenerlo todo atado. A cambio tenía que pagar el precio del estigma social, por utilizar su acta para seguir viviendo de la política. Su caso es más un ejemplo de fullería que de transfuguismo, porque en puridad mantiene los posicionamientos de su ex partido y no tiene intención de provocar cambios de gobiernos ni mociones de censura. Sería un tránsfuga si utilizara su voto para hacer cosas contrarias a su ex partido, como ha ocurrido con Lucía Cuín (ex VOX) y Nicolás de Miguel (ex Ciudadanos) en el Ayuntamiento de Torremolinos (PSOE). A Cassá se le puede acusar de interesado y de buscavidas, pero no de tránsfuga. Cuando se le pregunta cara a cara por qué no dejó su acta de concejal y abandonó la política, su gesto responde sin necesidad de palabras. Él, al menos por ahora, vive de la política y no puede dejarla. Ensañarse con esa circunstancia no dejaría de tener un punto cínico visto lo visto en el panorama político provincial y español.

Pero la tormenta que rodea el 'caso Cassá' no comenzó el 4 de mayo. En diciembre, después de las elecciones generales y del batacazo de Ciudadanos que desembocó en la salida de Albert Rivera, tanto Juan Carlos Maldonado, vicepresidente de la Diputación, como el propio Cassá -ambos de Ciudadanos- se reunieron con los socialistas Francisco Conejo (número tres del PSOE-A y muy cercano a Susana Díaz) y José Bernal (ex alcalde de Marbella). Al margen de que estos contactos puedan ser habituales, en este se llegó a especular sobre una moción de censura en la Diputación. El objetivo era convencer a Maldonado y a Cassá de la operación, incluso al margen de su partido. Probablemente el desmoronamiento de Ciudadanos se podría ver a ojos del PSOE como una oportunidad, más aún teniendo en cuenta el pasado socialista de Maldonado antes de ser candidato por Ciudadanos en Mijas. Los contactos y cruces de Whatsapp continuaron y, aunque eran secretos -nada en política es secreto-, esta buena relación hizo desconfiar al PP. Todo marchaba razonablemente bien para el PSOE hasta que Cassá cerró el acuerdo con el PP; en ese momento el PSOE y el propio Maldonado desataron la caja de los truenos contra Cassá y comenzaron a llamarlo tránsfuga. Antes no.

Fue por todo ello (esos contactos desde diciembre) por lo que los populares, cuando estalla el 'caso Cassá', se apresuran en asegurarse el Gobierno de la Diputación y evitar así cualquier tentación de moción de censura que, como fichas de dominó, habría provocado otra moción en el Ayuntamiento de Málaga. La jugada, sin duda, era redonda para el PSOE.

Lo que el PP no percibió fue que, en este doble juego como en las películas de espías, la dirección de Ciudadanos en Madrid entraría como un elefante en una cacharrería. El PP tenía el visto bueno del propio Maldonado a la operación Cassá (tenerlo fuera de la comisión de Gobierno de Diputación pero como portavoz), pero éste les advirtió de que hacía falta el beneplácito de Madrid. El PP, por mantener los equilibrios de los pactos y la buena sintonía en Andalucía, le planteó el asunto a Juan Marín, que igualmente dio su ok. Pero Bendodo aspiraba a lo imposible: estar de pie, sentado y en cuclillas. Era difícil estar bien con Cs Málaga, Cs Andalucía y Cs Madrid. ¿Por qué? Porque en Ciudadanos hay una guerra interna entre la dirección de Madrid y la de Andalucía. Entre Fran Hervías y Juan Marín, con Maldonado por medio.

Y por todo ello, Ciudadanos Madrid, con Guillermo Díaz y José María Espejo Saavedra, como arietes, convierte esta situación en casus belli.

Entre todo ello, sorprendentemente, el alcalde Francisco de la Torre da una vuelta de tuerca y quiere incluir a Cassá en el Gobierno a pesar de que ni el propio Cassá tenía esa intención. Con ello enfada aún más a Ciudadanos y a su socia Noelia Losada. La razón es que De la Torre tiene pánico a tener que negociar permanentemente con Cassá y prefiere (o más bien prefería) incluirlo en el Gobierno y así tener el camino despejado.

Ahora, sólo cabe esperar hasta qué punto Ciudadanos tensará la cuerda. Aceptan, con Noelia Losada al frente, la situación actual en el Ayuntamiento y no la vinculan a la de Diputación. Pero están empeñados en que Cassá no esté, ni siquiera de forma indirecta, en el Gobierno de la institución supramunicipal. El presidente Francis Salado sabe que Cassá es su seguro de vida ante posibles vaivenes de Ciudadanos o de su socio Juan Carlos Maldonado, que recibió un golpe anímico cuando Juan Marín vetó su asistencia al comité de Ciudadanos en Madrid. Ciudadanos debería asumir su responsabilidad indirecta en los casos de abandono o transfuguismo de sus concejales en Torremolinos, Málaga, Alhaurín de la Torre y Alcaucín, porque se comporta como si esos problemas los hubieran provocado otros y no ellos. Ciudadanos quiere seguir en Diputación, pero sin dar su brazo a torcer.

La solución para desliar esta madeja es complicada salvo que todos, absolutamente todos, asuman que bajo sus alfombras tienen mucho que barrer. Poner el foco única y exclusivamente en Cassá sería como creer que el electorado es ingenuo. Y no lo es.

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