Semana Santa.-Llovió, claro, porque de los cielos no somos responsables, pero sí de otras cuestiones para que nuestra Semana brille más. Uno recorrió las ... calles que pudo, las que más le entraban en el costal de la memoria. Se reconquistó en parte la calle, como actualizando la Magna. El balance lo dejo a los expertos, pero sobre todo hay que consignar que alguien ha tocado una campana, que alguien lo ha visto, que siguen los pulsos y que, como llevo escribiendo desde que me sé, volverán las disquisiciones cofrades hasta que llegue Feria.
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Suave es la noche.-Suave era la noche en la casa de mi amigo Chomsky, pasaje del Cortijo, Valle de los Galanes. Se habló de todo, desde Sánchez al pacto de Molotov y Ribbentropp. Y de Ucrania, de la que escribiremos más adelante. Bajo un aguacero localizado que nos cayó en el patio, ya sahariano tirando a color salmón, los solomillos nos daban una falsa imagen de abundancia. Sí. Comimos carne frente a la tradición, pero vivimos tiempos raros y el Centro no estaba como para ir a por una tapita de atún del que nos gusta. Una barbacoa tranquila, entre amigos, es como eso que me contaban de un día de pesca: que son cuatro días más de vida. Volaban vencejos antes del aguacero, breve, y seguimos con lo humano y lo divino que es al fin la receta de lo que consiste el vivir.
Fútbol.-Cristóbal Villalobos me saca en su libro sobre el Málaga. Es un libro breve, para hinchas ilustrados, pero se recoge la historia de una pasión y una decepción. Con sus secretos, sus historias escondidas y demás. Pese a quien le pese, estamos ante un histórico del fútbol español. Y como dice la pegadiza cancioncilla, «volver a ser lo que fuimos». Ojalá. Lo mejor es que aquí Villalobos cuenta mis apasionamientos ciclotímicos con el balompié. Se acuerda de un partido contra el Burgos, en el campo de El Palo, donde yo aparecí como periodista sin saber todavía ni cómo ni por qué. Lo que sé es que acabamos en El Pimpi Florida con un folleto/flyer de la catedral de Burgos, que somos góticos a pesar de la latitud.
Tenis.-Y después del fútbol, la Davis, que se viene aquí y la ciudad responderá como sabe. He visto la Copa en Gibralfaro, y Gerard Piqué me empieza a caer mejor. Lo que tiene la vida. Vengámonos arriba y pidamos unas Olimpiadas. Sólo habrá que pedirle al de arriba que no nos mande más barro en precipitación.
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Polvo.-Salir a entrenar por Málaga, en este verano anticipado de la Semana Santa, ha sido una preparación para el Infierno que puede empezar mediando mayo. Después de muchos meses volví a la ciudad, que tenía algo de Tombuctú con chorreones de barro.
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