Lunes. Cautivo

Sabes todo esto y quizá, si quieres, puedes ir por Mármoles e ir imaginando lo que fue y lo que será. Que qué son dos primaveras mutiladas cuando estamos hablando de la eternidad. Sabe Jesús lo que llevamos sufriendo, y tú sabes que está contigo, que lo notas más dentro de ti en esta mañana de Lunes Santo en la que andamos como andamos. Hace tiempo que llegó la primavera, y sin embargo hay mucho de invierno en esto que nos pasa. La vacuna, dicen, que es el bálsamo de Fierabrás para un pueblo que necesita volver a sus calles, a sus aglomeraciones, a su Dios caminante mecido a paso regular en esa misma Mármoles que parece el infinito.

Ya saben que, siendo Lunes Santo, hay que hablar de Jesús Cautivo, y del patrimonio de la memoria que es lo único que nos viene quedando. Hay que pensarse con ella, el amor de tu vida, en un encuentro casual por Calle Larios. Y luego, Dios trinitario bendiciendo sin bendecir mientras levita, y anda, y todos fuimos un poco más inocentes. Me gustaría que Bea Fanjul viera esto, que lo viera Marcos Ondarra. Que lo viera mi padre desde las regiones celestes y que lo viera el hijo que no tendré. No es melancolía, o sí, que la melancolía en estos tiempos es un arma cargada de futuro. Que sí, que este Lunes Santo está mutilado pero allá arriba saben que aquí los creyentes sabemos (sic) que nos se nos pueden hurtar más primaveras.

El Cautivo es nuestra garantía de futuro. Lo veo en el cuartillo de Madrid, en una foto que es una foto a la que rezo con la mirada en los peores días. El Cautivo está dentro de nosotros, y en este último año que no sale a la calle, sus milagros van a resonar con alegría de cornetín. El Lunes Santo, hoy, hay que plantearlo como si fuera. Imaginar lo que fuimos hace dos primaveras y llevar en el magín y en el teléfono el toque de campana, el vuelo de la túnica, y aquellos que no están pero que son en ese Lunes Santo que es la eternidad hecha Málaga.

Sabes que es Lunes Santo. Guárdate el Hosanna para ya mismo.