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Lucio Veratius, un patricio del siglo III a.C, tenía el hombre una singular costumbre en sus paseos por Roma: se hartaba de abofetear a diestro y siniestro a todo semejante con el que se encontraba. A Lucio le acompañaba un esclavo que de forma diligente pasaba a 'indemnizar' al aporreado paseante con 25 ases, la cifra a la ascendía la multa prevista en la Ley de la XII Tablas, una de las más antiguas normas del Derecho Romano y que se había aprobado 200 años antes, con lo cual la devaluación convertía en testimonial el castigo. Hay estados en el mundo a los que les pasa lo que a Lucio Veratius con sus bofetadas: les sale gratis matar, torturar y atropellar los derechos de ciudadanos propios, e inclusos foráneos. Arabia Saudí no es el único régimen tiránico que puebla la tierra, pero sin duda alguna es uno de los que, a base de pasta (para ellos calderilla), mantienen su 'respetabilidad' ante empresas y países democráticos, haciendo oídos sordos ante los gritos de las víctimas. Centenares de ejecuciones públicas anuales (incluyendo el castigo por adulterio, apostasía, 'brujería' y 'hechicería'), años de cárcel y latigazos por ejercer la libertad de expresión (o los asesinatos de periodistas díscolos fuera del país), persecución implacable de la homosexualidad o el sometimiento de la mujer a una minoría de edad eterna sin apenas derechos. Estos despropósitos se ejecutan en el marco de una monarquía absoluta donde la distinción entre bienes públicos y privados se diluye con un pestazo a corrupción que tira para atrás. En el exterior, en 2015 los saudís encabezan una coalición en la guerra de Yemen y deciden consolidar a su nuevo títere a golpe de bombas, con una guerra de posiciones que ninguno ha ganado pero que el pueblo yemení ha perdido desde el primer día. Las ONG en la zona denuncian que la aviación saudí está desbocada, con miles de bombardeos (una parte importante destinados a objetivos civiles) y el uso de bombas de racimo (armas que vulneran los principios del Derecho Internacional Humanitario). Resultado: miles de civiles muertos, 3,5 millones de desplazados y la mayor parte de la población necesitando ayuda humanitaria.
¿Está cercado el régimen saudí ante tantas barbaridades? Pues como le pasaba a Lucio Veratius, la impunidad le permite seguir matando a coste cero. Es más, centrándonos en España, los monarcas (tanto el actual como el emérito) jamás han disimulado su inmejorable relación con esta cuadrilla de bandidos, y aunque la palma se la llevan EEUU, Francia y Reino Unido, los sucesivos gobiernos españoles (tanto del PSOE como del PP) han vendido armas por miles de millones de euros a Arabia Saudí. La vigente Ley 53/2007, de 28 de diciembre, sobre el control del comercio exterior de material de defensa y de doble uso (art 8), prohíbe la venta de armas cuando «puedan ser utilizados de manera contraria al respeto debido y la dignidad inherente al ser humano, con fines de represión interna o en situaciones de violación de derechos humanos». Adaptando la ranchera al estilo saudí: «Con dinero, yo hago siempre lo que quiero y mi palabra es la ley».
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