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Por fin llueve de manera abundante en Málaga; y no sé si reír o llorar. Entiéndanme bien: con la sequía que seguimos teniendo encima, a ... pesar de estas generosas borrascosas de diciembre, cada gota que cae es un alivio para el campo, para los embalses y para los acuíferos. Tenía que estar lloviendo como ahora al menos hasta la próxima Semana Santa, en abril, y después de que pasara el último trono, un poquito más.
Y sin embargo, con cada hectómetro cúbico que ganan los pantanos, se diluyen un buen chorro de millones que la administración tenía previsto invertir en obras hidráulicas. Cuando en Málaga se pone a llover, me dan más miedo los políticos que las riadas. Un pantano lleno es la coartada perfecta para no hacer nada en materia de abastecimiento, ni de regeneración ni de tantas otras medidas necesarias para que, de una vez, en pleno siglo XXI dejemos de depender del cielo para poder beber y regar.
No sé todavía como lo van a enfocar los que gobiernan ahora en Andalucía, porque no les ha dado tiempo todavía a verse en un escenario de bonanza (estamos en sequía desde antes de que llegaran). Pero sí sé cómo han sido los más de 20 años anteriores, que es el tiempo que he estado en contacto con las políticas hídricas de los sucesivos gobiernos en Madrid y el único, socialista con o sin socios, de la Junta.
En este tiempo ha habido muchos buenos proyectos, que se han descartado en el momento en el que la necesidad ya no era imperiosa. En los ciclos de abundancia, con La Viñuela llena hasta rebosar, que sí, que les prometo que lo ha estado un par de veces en su corta historia, se han autorizado promociones de viviendas, regadíos y explotaciones ganaderas como si los recursos fueran infinitos... Sólo que nunca lo han sido.
En esta última etapa, que está siendo muy dura, se han activado trasvases entre las cuencas este y oeste; tuberías para llevar el agua reciclada del ciclo terciario de las depuradoras hasta las fincas de subtropicales; nuevos pozos en el Chíllar y otras medidas de emergencia que han dado buenos resultados.
Pero nos han faltado unos meses más de travesía por el desierto para terminar de perfilar la desaladora prevista en la Axarquía, con un sistema energético mediante placas solares fotovoltaicas. Esta es la tecnología que necesitamos para que, de una vez, dejemos de mirar al cielo con una plegaria cada vez que al clima mediterráneo le dé por dejarnos secos. Si llueve lo suficiente, mucho me temo que este y otros proyectos pasarán a engrosar el cajón de las grandes ideas olvidadas...
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