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A veces para desentrañar la realidad hacemos verdaderos ejercicios de credulidad-incredulidad, es una conducta cada vez más frecuente y su resultado es sensacional. Consiste en despreciar sistemáticamente la versión -digamos- más oficialista y encontrar «la conspiración» que está detrás. Desde luego, las conspiraciones existen ... y también las verdades ocultas, pero no todo suceso es necesariamente lo contrario de lo que parece, la mayor parte de las veces las cosas son como son, sin más. No se es más inteligente si se descarta la llegada del hombre a la Luna, ni si damos por buena la llegada de los vikingos a América antes que los españoles, tampoco si nos dedicamos a acuñar hechos, teorías o explicaciones, que convierten la invasión de Ucrania en un «conflicto» o que Putin es una víctima y Zelenski un verdugo.

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