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Fuengirola, por agosto. Y que no caiga terral. Será verano, el estado eterno de Julio Iglesias, y así volverá a darnos su lado bueno. La voz ya no es la que fue, pero aquí el maestro nunca ha vendido voz, sino estilo.
Julio Iglesias tiene un pacto con el tiempo y con el verano, a los que detiene con su magia de una voz que baila con mulatas. Oler a jazmines, templarse la noche y Julio Iglesias es todo uno. Yo creo que Ábalos es fan de Julio Iglesias, sí, porque en España o nos cuadran los estereotipos o vamos todos donde picó el pavo.
Julio Iglesias es interclasista o transversal, como el mejor PSOE. La portería de Chamartín perdió un Julio, pero lo ganamos el resto. En realidad, la vida es eso que pasa entre canción y canción de Julio: lo hemos escuchado en taxis de Atenas, de Oporto, de Cancún...
Julio Iglesias, en fin, es el ejemplo más querido de que la vida sigue igual a pesar de los pesares, del calentamiento global y así. Mientras que el mar no suba, la Costa del Sol tendrá justificación para recibir a Julio Iglesias.
En sus conciertos se pone a sus pies un pentecostés de mujeres oxigenadas, niñas guapas, padres que fuman Ducados y que se visten por los pies.
España es los que amamos a Julio y los que no. Y con este planteamiento binario vamos viendo el futuro que nos espera. Dicen por ahí que Julio Iglesias, en estas cosas de la democracia, ha conseguido un hito: que bailemos 'El bacalao' con la pasión de una canción protesta cuando, más bien, es un tema bizarro de los que cantaba Esteso.
Ya será verano, dentro de poco, y uno va poniéndose en forma para que Cristóbal Villalobos lo invite al concierto de Julio. Hemos visto a Loquillo y a Franco Battiato y solo nos queda Julio Iglesias en la noche agosteña.
En las circunstancias que concurren, ahora que España está hecha un carajal, hay que ir a un concierto de Julio Iglesias como quien va a Lourdes a que le cure el reúma. Julio Iglesias, además, no es Rosalía; Julio no retiene líquidos y Julio envejece con la maestría de serse eterno. Julio Iglesias es el hijo pródigo de la Costa del Sol, y siempre que anda por aquí nos demuestra que se puede ser hombre y seductor a pesar de Irene Montero y sus amigas del Ministerio de la cosa. La vida no sigue igual, qué leches, pero siempre que cante Julio sabremos que no todo está perdido. Su coro de bellezas no hace bien los coros (sic), pero nos viene dando lo mismo.
Julio Iglesias viene a Málaga -aunque nunca se haya ido-. Todos sabemos que Julito es España, España suma. Que es nuestro embajador y casi que el único que puede romper la narcodictadura de Maduro antes de que Maduro, sí, se nos convierta en un ministro con derecho a ordenanza.
Hoy te escribo de Julio porque sabemos que canta en agosto en Fuengirola. Sabemos que será en la costa y en agosto.
La resistencia saca músculo...
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