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No creo que exista mucho debate sobre lo pernicioso que sería someter al país a un nuevo proceso electoral (hay que recordar que desde 2015 España solo ha tenido gobiernos en funciones o con precario apoyo parlamentario). La falta de estabilidad política dificulta los programas legislativos y las acciones necesarias para cambiar o mejorar lo que los legítimos representes del pueblo español decidan, y desde abril volvemos a tener al ejecutivo en funciones y unas Cortes Generales paralizadas en sus principales tareas (sin leyes aprobadas, con presupuesto prorrogado y con un débil control al gobierno) y con el agravante de que todos los indicios y encuestas nos hacen concluir que hay escasas posibilidades de un cambio sustantivo en el panorama político si se celebran nuevas elecciones. A todas luces es mejor contar ya con un nuevo gobierno y evitar unas nuevas elecciones, y creo que el margen para 'seleccionar' al candidato para la investidura en el Congreso es escaso. Dejando a un lado la ocurrencia del Sr. Casado de solicitar para sí mismo un apoyo inviable de la cámara, parece razonable deducir que el presidente en funciones y candidato del PSOE es el que tiene todas las papeletas para poder formar gobierno, ya que si repasamos los resultados de las últimas elecciones, en estas últimas de 2019 es cuando se dibuja el mejor escenario para las izquierdas (entendida en el sentido más amplio que se quiera) y el peor para los grupos de la derecha. Por todo lo anterior, PSOE y UP están jugando con fuego, que les puede achicharrar a ellos (con un peor resultado en una repetición de elecciones) pero también a todo el país por la ampliación de periodo de incertidumbre a principios del año 2020 (y para más inri, con serios indicios de que la cosa no cambie y los partidos de derechas tampoco obtengan una mayoría que les permita gobernar). Entre tanto, y de acuerdo con los datos del Eurobarómetro (encuesta de otoño de 2018), con una confianza de los ciudadanos españoles en los partidos políticos que no supera el escuálido porcentaje del 8 por ciento.

Si todo lo antes señalado se corresponde con una realidad tozuda, ¿por qué las direcciones de PSOE y de UP sigan empantanados en este cúmulo de dimes y diretes? Creo que el PSOE se ha equivocado en la estrategia cortoplacista de apurar el proceso de negociación a los últimos días (cuando han tenido casi 5 meses para entenderse desde las elecciones), con el evidente propósito de poner a UP entre la espada y la pared y arrancar un apoyo de última hora a las bravas y con un 'trágala' indecoroso. Si repasamos los agravios mutuos que se reprochan, son de chiste: lo que en julio ofrecían (gobierno de coalición) ahora es innombrable para el PSOE, y la intocable exigencia de participación en el gobierno de Podemos en julio ahora se reduce a un 'periodo de prueba' de un año, y si no les sirve, 'despido y sin indemnización'. Y por medio, dos protagonistas, Sánchez e Iglesias, sobrados de ego, y de algunos asesores (con pocas lecturas y desbocadas ambiciones) que los quieren convertir en influencers para sus incondicionales y no en estadistas, que es lo que España demanda ahora.

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diariosur Jugando con fuego