La reunión. No seré yo quien niegue la interlocución de la Junta con Moncloa, de Andalucía con España, de Juanma con Sánchez. No seré yo, ... ya digo, quien vaya a enmendarle la plana a eso que los cursis llaman el diálogo entre las instituciones, que ambos son Estado y así. Porque Andalucía le queda muy grande a Sánchez, que es niño de Mojácar y Doñana, pero las circunstancias son las que son y así habrá que ir tirando. Muchos son los proyectos de esta tierra para convertirse en vanguardia patria mientras que otros conceden indultos a manos llenas. Por eso mismo, está bien que en Moncloa se vayan enterando de lo que hacemos en las tierras leales a la Constitución en lugar de irse mirando los 'adeenes' y cosas peores.
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Lo de Ayuso. Anduve en la Asamblea de Madrid en la proclamación de Ayuso. El aire acondicionado me dejó un recuerdo en forma de amigdalitis. Pensaba, mientras escribía, que ojalá en otra vida hubiera sido asesor político. O político. No sé, pensamientos que a uno le dan cuando le dan 'un cuele' en parlamentos regionales y bebe más café del aconsejado.
Croquetillas. En ciertas zonas del centro de Málaga, en ciertas terrazas, se van montando unas tertulias paralelas en las suaves noches de junio. Un valenciano, un gaditano, un pintor, un vasco hasta las altas horas de la madrugada; cuando ya no quedan taxis y faltan por poner las calles. Las mezclas éstas que digo, croquetillas por lo demás, pueden salir bien, mal o peor.
San Juan. Será San Juan sin serlo. Olerá a espeto, a chancla y a felicidad en ese paraíso mío que empieza en el Balneario y acaba en el Jaboneros. Los jazmines serán tas dulzones como siempre, Gerardo saldrá del Pasaje del Cortijo a ver qué hay en una playa cerrada. Ya nos robaron la moraga, y el propio concepto de moraga se ha ido olvidando en esa desmemoria histórica que al malagueño le ha venido con la pandemia. Un San Juan íntimo, quizá con rebeca en las alturas de Venta Galwey, en una recurva y con una tortilla llevada desde casa. La cuestión es no perder la felicidad de esa noche mágica en la que siempre empezábamos un romance y creíamos que España iba a pasar de octavos. Porque hubo un tiempo en que se daban los milagros.
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El combate. Mi hermano pequeño me ha retado en noviembre a un combate de boxeo. Ando ejercitando algo que no sabía que tenía: los puños. La cosa va por una musa y por creerme yo que puedo volver a los 25 años. Eso de quitarse años es para muchos patético; para mí muy benéfico. Mi amigo Canterae, director de 'Cobradiezmos', ha hecho un cartel que hemos tenido que embargar.
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