Los jóvenes disolutos

Una parte de la juventud siempre ha buscado vivir bajo otras reglas, en un mundo paralelo, como si no hubiera un mañana, que a lo mejor no hay. Otra parte de la juventud parece que busca vivir no bajo otras reglas sino sin reglas, en un mundo para lelos, como si no hubiera un virus mutante y matante, que hay. ¿Por qué le cuesta tanto a la gente hacer caso? No lo digo por Cassá, que no ha devuelto su acta de concejal, como prometió hacerlo por si las moscas, sino por los rebrotes, algunos de ellos provocados por flagrantes irresponsabilidades. Queda mal ser obediente y guardar las distancias. Una granja de Albacete ha denunciado a Defensa porque los cazas en prácticas realizan vuelos rasantes, lo que provoca que las gallinas se suban unas encimas de otras, con el consabido riesgo de aplastamiento y, sobre todo, que es que no ponen huevos y entonces para qué quiere la granja el granjero. Pocos placeres como un huevo frito con patatas de gallina no estresada (el huevo; la patata aguanta). En Albacete ya aprieta el calor y si encima a la hora de la siesta empiezan a pasar «aviones plateados rozando los tejados» pues van aviados.

El calor siempre nos resulta nuevo, aunque es el mismo, grado más grado menos, y en Madrid, y supongo que en otros lugares, están alquilando piscinas particulares por horas. Yo tengo una casita y permito que una familia chapotee durante dos horas en mi jardín. Otros compran una piscina inflable que pesa 35 kilos y que llena puede pesar 3,5 toneladas. El agua pesa. En Alicante (cuántas cosas pasan en Alicante, ¿no era de allí el tipo que se ha tatuado el rostro de Fernando Simón en el muslo?) una piscina ha hundido una terraza y ha acabado en el salón comedor de la planta de abajo. Eran las seis de la mañana y no había nadie en la piscina ni en el salón comedor. Las estructuras de las viviendas están para aguantar lo suyo, y una piscina no siempre lo es. Qué muerte más tonta que te caiga encima la vecina del sexto en bañador. Peor que tener gallinas estresadas o jóvenes disolutos. En Málaga, con este calor, la policía encontró una pistola y tirando de la manta ha desmantelado una red de tráfico de armas. Más de cien, algunas de guerra, como un lanzagranadas. El granjero de arriba en un calentón podría haberlo comprado, mascullando el caza o las gallinas. Entre las pistolas había una dorada con remaches que perteneció a Arias Navarro, el señor del vaso de agua que informó de que Franco había muerto y ese día no fuimos al colegio. Una de las mejores novelas que he leído es 'Warlock', de Oakley Hall, donde hay un hombre con pistolas doradas. Algunos de nuestros jóvenes están tontos, pero por lo menos no tienen pistolas.