Josu Évole Ternera

Évole quedó retratado hace años con su entrevista a Arnaldo Otegui. Es la clase de periodista en el que él se convierte en parte de la mentira de un relato en el que las preguntas difíciles son un simulacro, con una impostada estética de seriedad, y sonrisas compartidas al margen del metraje. Por eso tiene que salir a aclarar que, de entrada, no va a blanquear a ETA ni al etarra. Por supuesto, le añade color y profundidad, para experimentar con la verdad. Iñaki Arteta no necesitó una justificación previa para presentar su obra 'Bajo el silencio' en la que retrataba la vileza de muchos protagonistas de la sociedad en su relación con ETA, un mosaico de la infamia moral que circula aún por el País Vasco. No podemos pedir heroicidades a quienes llevan años en la normalización de lo que son sólo terroristas.

Jordi Évole es un reglón torcido del periodismo, y ha hecho suya la afirmación de Ryszard Kapuściński: «Cuando se descubrió que la información era un negocio, la verdad dejó de ser importante».