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No me pregunten por qué, pero tengo tendencia a huir de la gente que vive instalada en otros tiempos. De las batallitas, de los «¡Ay, ... hija, en mi época sí que se hacían bien las cosas!». Les cuento esto porque esta semana hemos conocido la noticia de la muerte de Luis Ortiz -a partir de la generación Z tendrán que buscar en Google quién fue- y me he puesto a recordar la entrevista que les hice en Marbella en plena resaca del Covid. En cómo pensé: «Uy, una de nostálgicos». Escribo en plural porque, en realidad, la cita no era con Luis, sino con su exmujer, Gunilla von Bismarck -vuelvan a Google-, la reina madre de todas las fiestas escandalosas, frívolas y divertidísimas que ocupaban los días y las noches de lo que todos conocimos como la 'jet-set' de Marbella. Aquella explosión de famosos de pata negra marcó la década de los 80 y los 90, así que, en pleno 2022, no sabía lo que me iba a encontrar en esta pareja que llenó páginas y páginas de la prensa rosa de la época.
Ya les digo que no me gusta la nostalgia, pero menos aún los prejuicios, así que allí nos plantamos mis compañeros Daniel Maldonado, Josele y yo, en el Marbella Club, el templo de aquella época dorada donde parece que no ha pasado el tiempo. Allí estaban ellos, tan dorados como esos días, puntuales, profesionales -sí, hay 'entrevistados' profesionales y eso se agradece- y dispuestos a responder a todo. A todo (¡aleluya!). Luis se apuntó a la entrevista sin preguntar -más aleluya- pero antes de arrancar se pidió una ginebra cola y se encendió un cigarro. «Yo, el agua, para tomarme las medicinas y lavarme los dientes», disparó. Tampoco me pregunten por qué, pero me gusta esa gente que a las cinco de la tarde prefiere un copazo a un té con pastas.
Lo que vino después ya lo leyeron en su día, pero les aseguro que pocas veces he disfrutado tanto haciendo una entrevista y he tenido tantos titulares donde elegir. Sobre todo los de Luis: irreverente sin perder la educación, nostálgico sin resultar pesado, disfrutón sin pedir disculpas, encantador sin ser invasivo, políticamente incorrecto sin importarle la grabadora, libre y sin contemplaciones con respecto al pensamiento (casi) único de toda esa generación de hoy que ahora lo busca en Google... Un regalo para un periodista.
Lo recuerdo porque apenas una semana después intenté una entrevista mucho más inocente y convencional con una 'influencer' -hoy se les llama así, antes los amos eran los de la jet- que probablemente todos conozcamos. Y fue imposible. No voy a generalizar, pero tampoco fue la primera: todo a través de 'repre', preguntas cerradas y por escrito, no vida privada, no polémicas, no preguntas «raras ni de actualidad» (sic). Y entonces me acordé de Luis, de esa época en la que, a pesar de todo, las cosas eran más libres y divertidas. Menos complicadas. Y sentí nostalgia. Así que Luis: mi copazo de este fin de semana va por ti. Descansa en paz.
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