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Crea muchas dudas la idea de que la muerte de un líder acabe con una guerra. El último acontecimiento que ha colocado de nuevo sobre la mesa una reivindicación pública escalofriante, la opción de matar al presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, ha sido un supuesto ... ataque con drones contra el Kremlin con la intención de matar a Vladímir Putin. Desde un punto de vista moral, el magnicidio es un hecho absolutamente reprobable, pero como cualquier muerte de cualquier ser humano en cualquiera de los bandos. Y la realidad nos confirma que, desde el primer momento de la invasión rusa en Ucrania, grupos de operaciones especiales enviados por Putin intentan liquidar a Zelenski.
La opción en un primer momento hubiera tenido un efecto interno claro de desestabilización del poder y el mando ucraniano y una relativa repercusión internacional. Sin embargo, en este momento Zelenski se ha convertido en el líder de los ucranianos y en una figura política internacional cuya eliminación por la fuerza causaría un efecto totalmente negativo para los intereses del propio Putin y de su entorno de poder. Este razonamiento es evidente desde un punto de vista occidental, pero, como insiste en sus análisis el experto Lucas Martín, tenemos que ponernos en la mentalidad rusa para valorar este tipo de actuaciones. Se podría considerar una barbaridad que el objetivo del Kremlin sea matar a Zelenski cuando entre unos y otros se plantea alguna opción de negociación como el plan chino. Pero desde el punto de vista ruso, la eliminación del líder enemigo, en lo que siguen considerando operación especial en Ucrania, que no una guerra, entra perfectamente en sus consideraciones.
Ya hemos visto el peligro que tienen las alturas para los opositores a Putin. Y esos asesinatos siguen impunes. El supuesto ataque con dos drones para matar a Putin plantea interrogantes demoledores. ¿Cómo es posible que esos drones lleguen al centro de poder ruso en el Kremlin sin que se active la defensa antiaérea? ¿Cómo es que se afirma que Putin duerme todas las noches en su residencia oficial de Novo Ogarióvo, en las afueras de Moscú, y se ofrece un blanco fijo?
Quizá Putin sopesa ampararse en este tipo de acciones para declarar la guerra y poder utilizar legalmente las unidades del ejército ruso que necesita o trata de desviar la atención del bochornoso espectáculo de los mercenarios que pretenden hacer el trabajo sucio en Bajmut y no se les suministra la munición necesaria. Patético el vídeo del líder del grupo Wagner pero muy elocuente.
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