Está el cine este verano que parece Pedro Sánchez y su manual de resistencia. Cuando parecía que todo estaba acabado y que hasta los suyos (los estudios) hacían todo lo posible por cargarse las salas y pasarse al sofá y la plataforma, las últimas semanas ... han dejado un reguero de buenas noticias, y afortunadamente no todas vienen de mano de Santiago Segura y sus sagas para padres e hijos.

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La primera de estas alegrías llegó de manos de una película –'Te estoy amando locamente– que estaba destinada a ser un producto minoritario. Sin embargo, parece que enseñarle al mundo (o a España) cómo (mal)vivía el colectivo LGTBI en la Transición era algo que ha interesado mucho, sobre todo porque se estrenó justo antes de las elecciones, y había quien podía pensar que si cierto partido hubiera obtenido un mejor resultado, el pasado podía convertirse en el futuro.

Aun así, hay que reconocer que el 'Barbieheimmer' es de lo que todo el mundo habla estos días, y no es para menos. La muñeca de Mattel es el mayor caballo de Troya del patriarcado visto en los últimos años. Me produce satisfacción y cierta ternura observar esas parejas jóvenes que se visten de rosa para echarse unas risas, y lo que se encuentran dentro es un discurso feminista muy poco de salón y mucho de realidad. Acabar con este patriarcado debe significar también borrarlo de la historia, porque está claro qué haríamos los hombres si lo redescubriéramos una vez abolido.

Ahora bien, si quieren ver una auténtica obra de arte no se pierdan 'Oppenheimmer', quizá la mejor película de Nolan y un gran testamento del ser humano durante el último siglo. El cine que nos hace pensar aún no ha muerto, aunque a más de uno le gustaría enterrarlo.

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