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Siempre se dice que los primeros tres o cuatro meses de legislatura son básicos para saber por dónde van a ir los tiros en los siguientes cuatro años. O sea, que es cuando se tienen que lanzar los proyectos más importantes para que cuajen antes ... de las siguientes elecciones. Pues bien, en Málaga capital no se han producido movimientos que permitan encarar con optimismo la legislatura. Es más, ésta empezó con el gran chasco de no conseguir la Exposición Internacional de 2027, que nos la arrebató en el último suspiro y por sorpresa Belgrado. Eso podía pasar y no hay que rasgarse las vestiduras, siempre y cuando la ciudad no se quede noqueada por este fracaso.
¿Qué es lo más destacable que ha pasado a nivel municipal en estos primeros meses? Sin duda, la noticia más destacable es el tarifazo del agua, pues subirá una media del 42% para las familias malagueñas. Esta es la realidad, pues no ha habido otra cuestión que apagase esta polémica. Incluso el alcalde se ha abierto a graduar la subida en varios ejercicios, lo que sin duda sería un error político, pues ya se sabe que más vale ponerse rojo un día que ciento amarillo. La oposición, como es lógico, volvería el año que viene a fustigar al equipo de gobierno con la subida aplazada en este año. Es verdad que está justificada, por eso es mejor no dudar y aplicarla para evitar el déficit en Emasa.
Del resto de la gestión se ha avanzado algo en la construcción de VPO, en proyectos que ya estaban iniciados en el anterior mandato. Hay que reconocer que De la Torre es el político que más ha hecho por la construcción de estos inmuebles, aunque no tenga competencias para ello. Y poco más. Parece que el plan litoral se ha ido desinflando poco a poco e incluso su cara visible, Pablo Otaola, se ha quitado de en medio del proyecto alegando su jubilación. Ya saben. Se ve que cada día lo veía menos claro. Su fuerte inversión pública, unos 400 millones, es un handicap muy difícil de saltar, más que nada porque no parece que a la Junta de Andalucía le sobre la pasta.
De la Torre está especialmente implicado en resaltar la importancia de la educación para que Málaga siga avanzando, para que los malagueños ganen más dinero, para igualarnos con las comunidades autónomas más prósperas. Todo eso está muy bien, pero su norte no puede ser ese, más que nada porque no tiene competencias para ello. Lo único que dijo que iba a hacer en esta materia la legislatura pasada no lo ha hecho, más que nada porque parecía una quimera. Hay que recordar que el alcalde de Málaga iba a convertir poco más o menos a todos los vecinos de la ciudad en bilingües. Al final, ya se imaginan cómo ha quedado la cosa. Nada de nada. Por eso cada vez que habla de educación, que es en casi todas las ocasiones que tiene, y además lo hace con profusión, es factible pensar que se hace como una maniobra de distracción ante el mediocre comienzo de legislatura.
Por otra parte, hay temas que resultan muy cansinos. Se vuelve a hablar del auditorio, que sin duda es fundamental para que Málaga acoja grandes acontecimientos culturales. Pero no se puede estar mendigando décadas su construcción. Si tan estratégica es su construcción, lo lógico es que el Ayuntamiento asuma el proyecto como tal y lo lleve a cabo en solitario con la ayuda del puerto, al que lógicamente habría que compensarlo por el suelo. Málaga tiene capacidad para hacerlo (está valorado en 84 millones) y no sería descabellado plantearlo en un horizonte presupuestario de una década, por ejemplo. El Ayuntamiento tendría que buscar ayuda privada, de las grandes empresas de Málaga, como por ejemplo Unicaja, que ve cómo la Caixa está apostando de una manera muy potente con el Caixaforum que va frente a la comisaría provincial. La entidad malagueña, una vez que ha resuelto ya sus problemas internos con la salida de Medel y el nombramiento de su nuevo CEO, tiene que centrarse para coger impulso en un mundo financiero cada vez más competitivo.
Y la imagen cara a la ciudad es fundamental para lograr esos objetivos. A nivel político, De la Torre sigue sin ungir de una manera diáfana a su primera teniente de alcalde, Elisa Pérez de Siles, pues apunta que si se tuviera que ir por motivos de salud no sólo ella sería una buena candidata, sino que habría muchos en el equipo de gobierno. Pues la verdad es que no parece que haya tantos, pues a nivel de gestión siguen destacando los mismos. Por un lado, la omnipresente Teresa Porras, el concejal de Economía, Carlos Conde, y la figura emergente del edil de Turismo, Jacobo Florido, que se ha convertido en el azote político de la oposición. Ojo con su proyección. Las independientes que han debutado en esta legislatura están pasando sin pena ni gloria. Tienen un perfil demasiado bajo, aunque esto no es nuevo con los concejales que ficha De la Torre. También hay que hacer un apunte con la oposición. Dani Pérez, el portavoz socialista, parece maniatado por los movimientos nacionales de su partido, pues no sabe qué decir cuándo se le pregunta por la amnistía o por los indultos de los condenados del caso ERE que ya se están tramitando. Lleva una mochila demasiado grande para actuar de una manera más incisiva contra el alcalde, pese al comienzo inquietante de la legislatura de Francisco de la Torre…
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