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JOSÉ M. DOMÍNGUEZ MARTÍNEZ. CATEDRÁTICO DE HACIENDA PÚBLICA DE LA UNIVERSIDAD DE MÁLAGA
Domingo, 12 de enero 2025, 01:00
Quizás haya sido por la mayor popularidad de Mario Draghi como presidente del Banco Central Europeo, o también por la cuantificación de las impactantes necesidades ... financieras de sus propuestas, lo cierto es que el informe elaborado por Enrico Letta, asimismo por encargo de la Unión Europea (UE), ha alcanzado, al menos aparentemente, una menor notoriedad. En dicho informe, difundido poco antes (abril de 2024) que el de Draghi, se expone un planteamiento estratégico de amplio alcance a fin de abordar los retos de la UE. Su título es ya bastante expresivo: 'Mucho más que un Mercado. Velocidad, Seguridad, Solidaridad. Fortaleciendo el Mercado Único para propiciar un futuro y una prosperidad sostenibles para todos los Ciudadanos de la UE'. Dicho planteamiento puede ser relevante a la hora de discernir el futuro de las economías malagueña y andaluza.
Según Letta, que, al igual que Draghi, dirigió el gobierno italiano, el Mercado Único Europeo representó desde su inicio, en 1993, un impulso formidable para la economía europea. Fue instaurado para intensificar la integración europea mediante la eliminación de las barreras al comercio, la garantía de una competencia justa, y la promoción de la cooperación y la solidaridad entre los Estados Miembros. Sin embargo, aunque sigue siendo una piedra angular de los valores europeos, y una palanca para el crecimiento económico, la prosperidad y la solidaridad, es un instrumento de una época en la que la UE y el mundo eran espacios más limitados, más simples y menos interrelacionados.
Ante un escenario distinto, resulta necesario, a juicio de Letta, desarrollar un nuevo Mercado Único. Diversos factores presionan en este sentido: i) la alarmante caída de la tasa de natalidad en la UE (3,8 millones de nacimientos en 2022, frente a 4,7 en 2008); ii) el retroceso de la UE dentro de la economía mundial (en 2023, 17%, igual que China, frente al 26% de Estados Unidos); ii) el desfase en renta por habitante respecto a Estados Unidos (entre 1993 y 2022, el PIB per cápita estadounidense aumentó casi un 60%, mientras que el de la UE lo hizo en menos de un 30%).
Tres son las grandes orientaciones que se propugnan en el Informe Letta: a) lograr una transición verde justa y digital, con objeto de transformar la sociedad y la economía europeas de forma sostenible y equitativa; b) proseguir la ampliación de la UE con la incorporación de otros países; y c) mejorar la seguridad en Europa. Convencido de lo ineludible de esta triple dirección, considera que no se trata de ver si Europa la va a proseguir o no, sino de cómo lo hará.
El Mercado Único está basado en cuatro libertades de circulación (de personas, bienes, servicios, y capitales). Han sido y siguen siendo necesarias, pero pueden ser insuficientes para asimilar el cambio desde una economía basada en la propiedad a otra sustentada en la accesibilidad y la compartición. Por ello, propone la adición de una nueva libertad, a fin de mejorar la investigación, la innovación y la educación. Esta quinta dimensión implicaría la libertad de investigar, explorar y crear en beneficio de la humanidad, sin fronteras ni limitaciones disciplinares o artificiales.
Letta sostiene que la influencia futura de Europa dependerá de la actuación y la escalabilidad de sus empresas, que hoy adolecen de un tamaño inadecuado. Se hace eco de la creciente insatisfacción dentro de la comunidad empresarial respecto a la falta de una cultura de apoyo y facilitación de las actividades económicas. Por añadidura, la simplificación del marco regulatorio aparece como un reto esencial para el futuro del Mercado Único. Un dato muy revelador es que el 80% de la legislación nacional resulta de decisiones adoptadas en Bruselas.
Por otro lado, pese a la mejora del nivel de vida en todo el continente europeo, la distribución de los beneficios de la integración está en tela de juicio. Un tercio de la población reside en lugares que han ido quedando rezagados. Letta aboga por continuar asegurando la libre circulación de individuos, pero también defiende la 'libertad de quedarse'. Esta pasa por crear empleos de alta calidad para personas que deseen contribuir al desarrollo de sus comunidades locales.
En definitiva, las cuatro libertades clásicas de circulación ya no son suficientes para cosechar el potencial pleno de la UE en el escenario de una economía global basada en el conocimiento. Una nueva libertad reclama su espacio, y ha de erigirse sobre los bastiones del progreso y la civilización: el conocimiento y la educación.
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