Gaspar Meana
La Tribuna

El informe Draghi: un nuevo rumbo para la Unión Europea

Se considera que una nueva estrategia industrial no tendrá éxito sin cambios en el marco institucional y en el funcionamiento de la UE

José M. Domínguez Martínez

Catedrático de Hacienda Pública de la UMA

Miércoles, 16 de octubre 2024, 02:00

Para algunos, es realmente San Mario, el salvador del euro. Cuando, en el verano de 2012, desde la atalaya del Banco Central Europeo, expresó su disposición a «hacer lo que haga falta», la presión sobre la prima de riesgo de la deuda pública española comenzó ... a relajarse. Después de su paso como tecnócrata por el gobierno italiano y de una plácida etapa como conferenciante, ha debido de estar muy ocupado en la elaboración de un concienzudo informe, encargado por la Comisión Europea, sobre 'El futuro de la competitividad europea'.

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El Informe parte de una premisa: el crecimiento económico es imprescindible para poder dar respuesta a los retos sociales. Se atiene al «álgebra simple del desarrollo económico»: el nivel del PIB por habitante viene explicado por tres factores básicos, el empleo, el número de horas trabajadas, y la productividad. A lo largo de las últimas décadas se ha abierto una amplia brecha de producción entre la Unión Europea (UE) y Estados Unidos (EE UU). Desde el año 2000, la renta disponible real per cápita ha crecido en este país más del doble que en la UE. La principal causa estriba en una ralentización de la productividad más pronunciada en la UE, que no ha aprovechado bien el cambio tecnológico de la revolución digital impulsada por Internet.

Prosigue el diagnóstico con la indicación de que la necesidad de crecimiento económico está aumentando, ya que, por primera vez en la historia reciente, la UE se enfrenta a una población con tendencia menguante, y, por otro lado, se requiere un aumento de la inversión del orden del 5% del PIB de la UE (750.000-800.000 millones de euros anuales) para digitalizar y descarbonizar la economía y elevar la capacidad de defensa. Si la UE no logra ser más productiva, se verá abocada a elegir entre liderar en nuevas tecnologías, ser un faro de responsabilidad climática y ejercer como actor independiente en el escenario mundial. La única forma de superar este gran desafío es crecer y ser más productivos, preservando los valores de equidad e inclusión social. Si Europa no puede garantizar simultáneamente todo esto a sus ciudadanos, apunta Draghi, habrá perdido su razón de ser.

El Informe identifica tres grandes áreas de acción para activar el crecimiento sostenible: i) reorientar los esfuerzos colectivos a fin de cerrar los desfases de innovación con EE UU y China; ii) desarrollar un plan conjunto de descarbonización y competitividad, que posibilite abaratar los precios de la energía; y iii) aumentar la seguridad, en un mundo con menor estabilidad geopolítica, y disminuir las dependencias mediante una política económica exterior.

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Se admite que ya se está actuando en algunas facetas, pero existen barreras en el camino: a) una carencia de foco europeo, que impide establecer prioridades claras y llevar a cabo determinadas acciones conjuntas; b) un desaprovechamiento del potencial de gasto disponible, debido al desajuste entre múltiples instrumentos nacionales y comunitarios; y c) una falta de coordinación global en las materias de mayor relevancia.

Una cuestión clave es cómo puede financiar la UE las masivas necesidades de inversión que conlleva la transformación de la economía. Se concluye que, sin perjuicio de que se avance para completar la Unión del Mercado de Capitales y la Unión Bancaria, el sector privado no podrá soportar el grueso de la inversión sin apoyo público. Lo cual, obviamente, simplemente significa que el sector privado tendrá que afrontar una mayor carga impositiva para que el sector público actúe. Asevera Draghi que, cuanto mayor sea la inclinación de la UE a emprender una reforma para generar un aumento de la productividad, más se expandirá el espacio fiscal y más fácil será para el sector público brindar ese apoyo.

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El Informe apunta hacia el presupuesto de la UE, que a partir de 2028 deberá afrontar la carga de la deuda emitida para el programa NextGeneration (unos 30.000 millones de euros anuales). Y se aboga expresamente por introducir nuevos recursos propios a fin de que no se vea mermada la capacidad de gasto. La posibilidad de emitir activos seguros comunes de la UE desempeña un papel importante dentro de este esquema.

El planteamiento se cierra con una propuesta de fortalecimiento de la gobernanza de la UE, ya que se considera que una nueva estrategia industrial no tendrá éxito sin cambios en el marco institucional y en el funcionamiento de la UE. Concretamente, se defiende una mayor coordinación, una flexibilización de las reglas de votación, y una simplificación de las normas. Nunca en el pasado, a juicio de Draghi, la escala de nuestros países ha parecido tan pequeña e inadecuada en relación con la magnitud de los desafíos.

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El Informe no ha suscitado reacciones unánimes. Hay quienes consideran que contiene una hoja de ruta imprescindible para evitar el declive económico europeo; otros ven en él un programa de Europa para salvarse a sí misma, pero no faltan quienes califican su diagnóstico como cuestionable, y sus recomendaciones como temerarias. Haya perdido o no el estatus de la santidad, ya se sabe que, en cuestión de santos, hay distintas devociones. Pronunciarse al respecto requiere de un examen en profundidad, lo que excede de un artículo introductorio.

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