En plena búsqueda de permanente confusión acerca de los malos datos económicos, Moncloa data la invasión de Ucrania unos meses antes para que todo cuadre mejor. De este modo, Putin es responsable de todo lo que es y también de algunos errores del Gobierno Sánchez. ... Lo cierto es que, tras las astronómicas subidas de los facturas energéticas, la escasa aplicación de los Fondos Next Generation, las sanciones a Rusia y el enfado argelino por las imprudencias sanchistas, ha venido la inflación. Concretamente en España de forma más elevada que en el resto de los países de la UE.
Tras comprobar que las anunciadas medidas de Pedro Sánchez no van encaminadas a contener la inflación ni sus efectos, cierta desesperación hace presa en nosotros. Nuevos impuestos a los bancos, a las empresas energéticas, amén de leyes de memoria pactada con Bildu, «ETA no existe, señorías», pero Franco sí, 100 euros más al mes de beca a los becarios, abonos de Renfe ciertamente específicos y no se sabe qué más. Al final pasa como siempre, la inflación la sufre todo el mundo, la pérdida de poder adquisitivo disminuye nuestra capacidad y nuestro bolsillo se contrae haciéndonos más pobres. El otoño será movido, porque nadie querrá echarse a la espalda la disminución del valor de su salario, al menos sin luchar por todas las compensaciones posibles.
Inflación viene de inflar, de inflamar, de llenar de aire el valor del dinero, disminuyendo su capacidad real. Duele aguantar, a veces -casi siempre- no nos queda otra, nunca salimos más fuertes, sino más dolidos y con mayor sufrimiento. Sánchez se engola, se viene arriba con los aplausos de los suyos y también con los de sus socios, «pienso volver a presentarme y ganar...». El presidente es inflación, demasiado globo, mucho piropo de autoservicio sin más mérito que la gran bola de un gobierno relleno de disconformidades, 22 ministerios, vicepresidencias... Con Bildu también inflado y Aizpúrua de madrina de la democracia, que ya dirá cuándo empezó ésta y cómo y cuándo fue... Con Esquerra Republicana de Cataluña en sus cumbres de tú a tú, con «los países libres» de Pedro Sánchez... El pueblo lo apunta todo, Pedro. Ya pasó en Andalucía -si tengo que votar, te votaré mucho menos, Sr. Sánchez-, tenemos indigestión.
El otoño será movido, porque nadie querrá echarse a la espalda la disminución del valor de su salario
Estamos consumiendo Pedro Sánchez por encima de nuestras posibilidades, el coste es inasumible, hemos imprimido demasiado Sánchez y ahora, al cambio, no nos dan casi nada por él. España no puede mantener a Sánchez indefinidamente, porque baja el valor del dinero y la calidad de la democracia y suben el esfuerzo fiscal, la cuota de autónomos y el precio de la energía. Sus impuestos a los grandes caerán sobre nosotros, sus palabras rimbombantes acaban en racionamiento de energía, la ministra Ribera ya avisa de menos aire acondicionado ahora y menos duchas y calefacción luego. No hay ventajas, Presidente, su mandato cansa, humilla nuestro papel, el bolsillo adelgaza y las medidas son como el descuento de 20 céntimos por litro de combustible, más ruido que nueces. Déjelo ya -y, por cierto-, no cierre al salir, no hace ni corriente.
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