Malagueños, misión cumplida. No me sale decir otra cosa. Después de tantos años de aguantar estupideces del tipo «Málaga no necesita un metro», y sus ... derivadas, resulta que en el primer gran día de procesiones, con el Cautivo en la calle, los trenes se colapsaron y por momentos fue difícil llegar al Centro. La demanda de no-necesitamos-metro superó con mucho a la oferta disponible. No digo que me alegre de que la gente se quede en tierra, por favor, pero tampoco puedo evitar una media sonrisa tonta al comprobar que quienes hemos defendido la idoneidad de este medio de transporte durante 20 años (los proyectos datan de 2003) al final teníamos razón.
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Tampoco se puede perder de vista que ese mismo día los trenes del Cercanías iban igualmente a reventar, y también tuvieron que dejar a gente esperando al siguiente en las paradas. Hay que agradecerle a Renfe que ha programado importantes refuerzos en la C1 de la Costa para estos días festivos; pero ni por esas se da abasto en las horas punta. Por lo demás, aunque no tengo datos todavía, los autobuses de la EMT se ven bastante concurridos en las líneas principales, porque estos servicios siempre han tenido muchísimo público y en Málaga estos días hay gente como para llenar los tres sistemas de transporte, a la vez.
Sin embargo, no sé si se habrán percatado, pero hay algo de lo que no se habla esta Semana Santa. El tráfico no está siendo un problema, al menos al nivel de otros años en las mismas fechas. Se circula con bastante fluidez incluso en el entorno del Centro y en las horas de llegada a las procesiones, que es algo inaudito. La gente ha establecido por iniciativa propia un aparcamiento disuasorio en el campus de Teatinos, y quienes se aventuran en coche hasta el Centro son muchos menos que antes, llevando a personas con movilidad reducida o procedentes de barrios periféricos, aislados y peor comunicados, que ya son los menos.
A pesar del colapso puntual que se está produciendo en los días y horas punta, y que no es nada extraño en otras urbes, se ha logrado plenamente y en sólo cuestión de días lo que se pretendía cuando se diseñó la actual red de autobuses, metro y tren: que para la mayoría de los malagueños no fuera necesario usar el coche para acudir a trabajar, a estudiar o a divertirse. Es cierto que ahora hay que trabajar para ajustar frecuencias de hora punta, sumar más trenes y reforzar el servicio de los barrios que están menos atendidos, sobre todo en la zona este. Pero esta Málaga comienza a parecerse bastante a una gran ciudad.
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